Llegar para quedarse
Los camaleones léxicos: préstamos adaptados que se integran en nuestro lenguaje
Los préstamos de otras lenguas que han sabido adaptarse hacen gala de su capacidad camaleónica. El adjetivo camaleónico tiene su origen en el camaleón, ese bichejo asombroso que, además de la cola prensil, los ojos inquietos y la larguísima y veloz lengua, tiene la capacidad de cambiar de color para adaptarse a las condiciones del ambiente donde vive. De ahí que llamemos camaleón a esa persona (todos conocemos a una, o incluso a unas cuantas) que cambian de actitud según les sopla el aire y les conviene.
La semana pasada mencionamos cuatro ejemplos de camaleones léxicos que son capaces de asombrarnos por su capacidad de adaptación a las características gráficas y de pronunciación de nuestra lengua. El sustantivo mitin procede del inglés meeting; nuestra lengua lo ha asimilado sustituyendo la doble e por la i para reproducir su pronunciación original y ha suprimido la g final, extraña a nuestro sistema fonético. El sustantivo chofer, o chófer, procede del francés chauffeur, en el que se han convertido las secuencias vocálicas au y eu en o y e, que en nuestra lengua recuerdan la pronunciación original francesa. El sustantivo canguro nos ha llegado, a través del inglés, del remoto kangaroo de Australia, como el animal al que nombra. De mucho más cerca nos llega nuestro apreciado jonrón, un prodigio de adapatación gráfica del anglicismo beisbolero home run, con su jota reproduciendo la aspiración de la hache y su preciosa tilde para marcar la pronunciación aguda.
El tiempo y los hablantes han logrado traerse estos préstamos a nuestro terreno lingüístico, con pequeños o grandes cambios en su grafía o en su pronunciación. Hemos hecho nuestros a estos hábiles camaleones que han llegado para quedarse.