VIDEO | Germán Granda: "Las empresas deben estar más abiertas a la sostenibilidad"
Granda resalta la importancia de que las empresas estén más abiertas a adoptar una agenda de sostenibilidad
Por casi tres décadas el doctor Germán Granda se ha dedicado a la investigación, concientización y fortalecimiento de programas sociales en las empresas, primero en España y luego en el resto del mundo. Asimismo, entre sus logros hay que resaltar su papel como socio fundador y director general de Forética, una entidad referente internacional en la promoción e integración de los aspectos ambientales, sociales, y de buen gobierno (ESG) en las organizaciones. Granda recientemente estuvo de visita en República Dominicana para impartir la conferencia magistral "La sostenibilidad en la agenda empresarial: transformación y competitividad", disertación que se realizó dentro del marco de la Cátedra de Sostenibilidad "Alejandro E. Grullón E.", iniciativa de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y la Fundación Popular. Durante dicha exposición el doctor en ciencias económicas trató varios temas, como la importancia de que las empresas estén más abiertas a adoptar una agenda de sostenibilidad, de lo contrario corren el riesgo de dejar de ser competitivas gracias a la presencia de exigencias regulatorias internacionales.
¿Qué lo motivó a fundar Forética y cuál es su objetivo prioritario?
A finales del siglo pasado, entre el año 1999 y principios del 2000, había una demanda por parte de empresas y organizaciones de generar un lugar de encuentro en España, una voz colectiva en materia de ética empresarial, de responsabilidad social y sostenibilidad en las empresas, que no existía. Un grupo de empresas nos reunimos y participamos en la asamblea general de constitución de Forética. El objetivo era trasladar toda esta ambición positiva por parte de las empresas en España para colaborar y contribuir a un mundo más sostenible y responsable.
Cuando habla de sostenibilidad no se refiere solo a una práctica medioambiental en la empresa, implica mucho más, ¿puede abundar un poco más sobre esto?
La sostenibilidad en este momento tiene un componente de impacto social, impacto ambiental y de impacto económico, donde los aspectos de transparencia empresarial son, desde la perspectiva de la empresa, fundamentales. Obviamente, todos estos aspectos están interrelacionados. Si elegimos un ámbito concreto, como el ámbito del cambio climático y las transformaciones que supone para generar un entorno que no supere el grado y medio de aumento de temperatura, esto supone la necesidad de capacitar a las personas, generar nuevos trabajos, ayudar a otras personas a hacer una transición justa porque algunos trabajos necesitarán reconvertirse, además de todos los fenómenos económicos en materia de financiación, transparencia, etcétera. Por eso decimos que es un fenómeno multidisciplinario y colectivo en el que, al atacar todos componentes, necesitamos esas tres visiones, pero no separadas. Eso trabajamos desde Forética, en integrar todas estas perspectivas y darles sentido en la empresa.
¿Cómo han avanzado las empresas en materia de sostenibilidad desde que inició con Forética en 1999?
Al comienzo del viaje efectivamente había toda una visión que podíamos definir bajo la etiqueta de responsabilidad social corporativa. Se creaba ese movimiento en el que la empresa entendía los impactos que producía, tanto sociales como ambientales, pero desde una perspectiva de continuar con su negocio e identificando dónde estaban algunos de los riesgos o como podían impactar de una forma más positiva. Digamos que era un movimiento de seguir los negocios como de costumbre, pero con una preocupación mayor en el impacto en los diferentes grupos de interés, accionistas, personas, etc.
Obviamente, principalmente desde el año 2015 con los Objetivos De Desarrollo Sostenible en Naciones Unidas, y el Acuerdo de París en materia climática, surge todo este llamado a la necesidad de transformación. La ciencia avisa de los límites planetarios que estamos alcanzando y, obviamente, responden gobiernos y empresas. Ese es el factor fundamental de diferencia, intentar seguir con el movimiento tal como estaba funcionando o generar toda una transformación muy profunda hacia una descarbonización de todas las actividades y procesos de las empresas y que esa descarbonización tenga que ir, además, acompañada de reducir brechas de desigualdad que podrían surgir.
¿Qué suele recomendar a las empresas para acelerar su transformación empresarial ante los retos ambientales, sociales o de buenas prácticas?
En primer lugar, recomendamos desde Forética definir claramente cuál es el propósito de la organización y eso lo tiene que definir el liderazgo del equipo directivo y, en particular, la gobernanza de una organización. El consejo de administración debe saber en qué dirección nos enfocamos. Una vez comprendido cuál es el propósito de una organización y hacia dónde se dirige y el ritmo al que se quiere dirigir, todo eso baja en una concepción de la cultura de una empresa más cercana a estos conceptos y a una definición de procesos dentro de la compañía que son respetuosos con el medio ambiente y las personas.
Hemos visto que, cuando eso sucede, surge un efecto muy positivo en materia de innovación, porque esos mecanismos generan que los nuevos productos, servicios y la búsqueda de nuevos mercados, vayan con la sostenibilidad siempre de base en todos esos procesos. Así que ese viaje, desde arriba de transformación cultural y luego baja a operaciones, productos y servicios, es un viaje que tiene una lógica y que, además, luego genera rendimientos muy importantes.
¿Cuál es el aspecto más importante en la transición de una empresa a una modalidad de sostenibilidad y responsabilidad social?
El aspecto más importante a la hora de transformar es entender cuál es nuestra visión de cara a los próximos años. Desde Forética, por ejemplo, hemos marcado una visión 2050 en la que todas las empresas están dirigidas a responder un contexto donde vamos a ser cerca de nueve millones de personas, que necesitamos que vivan con cierta calidad de vida y, además, dentro de los límites planetarios.
¿Cómo vamos a generar esos productos y servicios para conseguir esa transformación de aquí a 2050? 2050 queda lejos, por lo cual necesitamos hacer planes de transición más cortos. De aquí al 2030, por ejemplo, hemos creado un plan de acción concreto para las diferentes industrias y sectores para trabajar en ese ámbito, pero ese es el aspecto fundamental, el detalle fundamental es tener esa visión estratégica de inicio de serie por parte de las organizaciones para a partir de ahí construir todo lo demás.
Entonces, para que la sostenibilidad se cumpla, ¿las empresas deben generar estrategias que respondan a un triple enfoque: social, ambiental y de buen gobierno?
Así es. Las empresas tienen que entender que tienen ese ese papel fundamental a la hora de trabajar en el ámbito de la sostenibilidad. Sin ellas estos objetivos de desarrollo sostenible no van a pasar porque la capacidad de financiación, de innovación, de generar productos y servicios en ese ámbito es absolutamente necesario. Por lo tanto, hay que generar esos marcos regulatorios de apoyo a las empresas, de comprensión que hay un clima estable para hacer negocios en los próximos años que permita la inversión en tecnologías, en procesos, en productos y servicios ligados al ámbito de la sostenibilidad.
Al entender que las empresas tienen ese papel, también llega la comprensión de que supone una oportunidad. Una oportunidad para las empresas, pero también para cualquier país. El entender cuál es la evolución de la lógica de los negocios a nivel global y que en los próximos años va a ser un factor diferencial y estar preparado en ese ámbito, es absolutamente relevante y cuando decimos estar preparados no decimos sólo en el ámbito ambiental. Podemos generar cambios profundos, pero pueden tener una contestación social que impidan el avance a la velocidad que quisiéramos. Por eso es importante que vaya acompañado siempre de cualquier comprensión de avance en el ámbito ambiental con una lógica que apoya a la ciudadanía. Es importante para reducir brechas de desigualdad. Si tenemos la respuesta positiva, generamos un ámbito muy positivo entre las medidas ambientales y las sociales.
¿Cómo describiría el papel de los consumidores en este tipo de transición?
Los consumidores tienen un papel absolutamente fundamental. De momento no han estado tan involucrados, aunque ya cada vez vemos síntomas más claros de ese poder que tienen vinculado a la sostenibilidad. Lo vemos, sobre todo, en el ámbito de dejar de comprar productos y servicios. Hemos visto en un estudio reciente que tenemos en Forética, en el contexto de España en el año 2022, que un 46% de los consumidores habían dejado de comprar un producto y servicio, simplemente porque no estaba alineado con los aspectos sociales y ambientales que ellos esperaban. Lo vemos en sectores como alimentación, en el sector textil, en el sector del turismo. En todas las industrias estamos viendo que los consumidores tienen una propensión cada vez mayor, y en crecimiento, hacia el consumo sostenible.
¿Qué tan lejos están las empresas latinoamericanas de adaptarse a este tipo de filosofía?
Creo que no es fácil responder a una pregunta tan amplia, porque el contextual latinoamericano se diferencia mucho del contexto europeo, donde hay una regulación muy potente en los últimos años en materia de obligaciones a las empresas en materia de reducción de gases de efecto invernadero, de economía circular, cero residuos, los productos hacia la ecoinnovación, el diseño de serie desde el principio de aspectos de sostenibilidad o exigiendo igualdad, por ejemplo, entre hombres y mujeres en los consejos de administración, entre otras medidas.
Cuando entra la regulación a empujar este ámbito, genera un efecto de arrastre a muchas empresas que no habían trabajado tan profundamente este ámbito. Desconozco si en Latinoamérica este efecto se está produciendo, lo que sí es importante conocer es que esta misma regulación europea está exigiendo de cara a los próximos años a cualquier producto que se quiera vender en Europa unas exigencias en cuanto a criterios sociales y ambientales. Es algo que igual no hacían en los últimos años, pero será la forma normal de hacer negocios en los próximos años. Creo que Latinoamérica tiene empresas fantásticas trabajando en ese ámbito y exportando cultura. Queremos que más gente venga a Latinoamérica y consuma sus productos y servicios y creo que ahí sale una oportunidad para la región en materia de sostenibilidad.
¿Cuál es el estereotipo falso más común sobre los programas de responsabilidad social y sostenibilidad de empresas?
El estereotipo más común es "no lo quiero hacer porque cuesta dinero". Obviamente, estudiar cuesta dinero, hacer ejercicio cuesta dinero, pero prepararse en general para todo lo que viene en el futuro no es un coste, es una inversión para vivir mejor y tener un progreso mucho mayor. En el ámbito de la sostenibilidad se unen dos elementos. En algunas industrias ya nos están demandando los inversores, los consumidores y la regulación que estemos a ese nivel alto en materia de sostenibilidad, por lo que ya es la forma habitual de operar.
El que no lo entienda así, pues es complicado, y el que todavía no tenga esa demanda en este momento, tiene que anticipar cuáles son las tendencias que van a marcar los negocios en los próximos años. La tendencia fundamental, junto a un avance de digitalización, de incorporación de la tecnología, es la sostenibilidad. Las dos van a ir conjuntamente. El que no esté ya preparado, o dentro de poco no esté preparado, pues el gran riesgo de no haber hecho la inversión es la desaparición de su negocio.
Entre las tendencias más populares en materia de responsabilidad social y sostenibilidad empresarial, ¿a cuáles hay que prestar más atención?
En primer lugar, la que creo que está marcando la agenda absolutamente es el ámbito del clima. Entonces, todas las exigencias de las empresas por tener un objetivo de cero emisiones antes del 2050, un plan de acción en los próximos años, ser transparente a la hora de trasladar sus programas, definir bien los riesgos de cada uno de los inversores de su transición, tanto en aspectos vinculados a riesgos físicos, es la tendencia número uno, pero eso va unido también a la pérdida de biodiversidad. El 50% del PIB del mundo depende de los servicios ecosistémicos que nos da el planeta, además de los proyectos y materiales que generamos de ellos.
Si no comprendemos que debemos dejar regenerarse a la tierra y entrar en esos procesos de economía circular en el que marquemos los tiempos que necesitan para trabajar las empresas y ser sostenibles, el modelo no va a funcionar. Naturaleza, cambio climático y desigualdad, porque en todo este proceso hay que tener muy claro que tiene que contribuir al progreso de todo el mundo. No dejar a nadie atrás, sino intentar que estos cambios tecnológicos y materias de sostenibilidad arrastren en positivo a todo el mundo. Así que yo creo que, en temáticas, esas son las tendencias.