Síndrome de Procusto: cuando se desprecia a quien destaca en el trabajo
Este síndrome, por lo regular, se presenta en altos cargos de las empresas
En un mundo laboral tan competitivo, se hace cada vez más común encontrar en el trabajo personas a las que les molesta que otros brillen más que ellos: que le tienen miedo a ser superados y que no son capaces de aceptar que las ideas de sus compañeros son mejores que las suyas. ¿Sabías que, más allá de la envidia, este comportamiento responde a una patología psicológica?
Se trata del síndrome de Procusto, un trastorno que hace referencia a la tendencia a rechazar a aquellas personas con características diferentes a las propias, de acuerdo con la psicóloga organizacional Gertrudis Ferreyra, coordinadora administrativa del centro integral de salud mental @mentalmenterd.
Su origen se remonta a la mitología griega. Procustres, hijo de Poseidón, era un hombre con una posada que solía ser muy amable con todos los viajeros que llegaban a su casa. Pero a la hora de dormir, llevaba a los huéspedes a una cama de hierro donde los amarraba y amordazada para medirlos: si la persona era más grande que la cama, cortaba sus extremidades hasta que encajaran, y si eran más pequeñas, las estiraba.
En resumen, hacía que sus visitantes siempre se ajustaran a las medidas preestablecidas de su lecho. Si bien es una leyenda, esta metáfora se utiliza en el ámbito laboral para describir a quienes se muestran intolerantes ante el éxito de los demás.
Consecuencias en el ámbito laboral
El síndrome de Procusto, por lo regular, se presenta en altos cargos de las empresas. Los líderes hacen lo posible para que sus subordinados no sobresalgan o alcancen una mejor posición, sobre todo aquellos que entiende que tiene capacidades superiores.
“Cuando alguien en una posición de liderazgo padece este trastorno, no valora las habilidades y aptitudes de los miembros de su equipo o destaca a los menos competentes con la finalidad de conservar su estatus”, explica Ferreyra.
La especialista en bienestar laboral sostiene que, a partir de estas acciones, se establecen actitudes discriminatorias y hasta cierto nivel de acoso hacia las personas que sobresalen, llegando a ignorar o a tergiversar sus ideas y criticando sus intentos de proactividad y creatividad. “Se afectan las conductas de quienes sobresalientes con la finalidad de que se mantengan dentro de unos límites que no excedan las posibilidades de quien rechaza”.
Un ambiente laboral integrado por colaboradores con este síndrome se caracteriza por:
- Altos niveles de ansiedad y estrés.
- Mal clima laboral.
- Una lacerada cultura corporativa.
- Altos índices de rotación y absentismo (muchas renuncias, muchas ausencias, permisos, licencias médicas, etc.).
- Dificultades para el logro de los objetivos.
- Baja productividad.
- Baja rentabilidad.
- Infelicidad laboral.
- Malas relaciones interpersonales.
- Poca cohesión de equipos.
¿Cómo identificarlo?
Las personas con este síndrome suelen ser radicales, tensas, distantes, susceptibles emocionalmente y que dudan de sí mismas, refiere Ferreyra. Otras características que cita son competitividad, agresividad, poca empatía y envidia.
“Alguien con este síndrome tiene mucho miedo al rechazo, mucho temor de ser superado, baja autoestima, escasa tolerancia a la frustración, sentimientos de inferioridad entre otros”, indica. Por otro lado, también puede tratarse de personas con una autoestima exagerada hasta límites casi narcisistas, que vean que otros destacan y son tomados en cuenta más que ellos mismos.
Quien ejerce esta actitud puede hacerlo tanto de manera consciente como inconsciente. Mientras que los primeros tratan directamente de producir un perjuicio a la persona sobresaliente al verse amenazados, los segundos tienden a pensar que su punto de vista es el correcto y que son los demás quienes deben adaptarse.
A quien reconozca que presenta esta patología y quiera mejorar, recomienda tener un acercamiento con las personas que supervisa o con sus pares para conocer la percepción que estos tienen de él. Esto, dice, puede ayudar a crear ese sentimiento de empatía en los demás y abrir la oportunidad de ser más ético profesionalmente y mejor ser humano.
De igual modo, aconseja buscar asistencia profesional de un especialista en la salud mental, una alternativa que podría ayudar a conocer la razón por la que actúa de la manera en la que lo hace.
En caso de que se haya identificado en un compañero, sugiere:
- Valorar si es una situación que afecta de manera individual o que afecta a los demás miembros del equipo, lo cual permitirá entender la mejor vía de abordar la problemática.
- Exponer bajo la dinámica que la organización tenga para manejar los conflictos cómo este tema impacta personalmente, al igual que cómo influye en el desarrollo profesional y en la percepción de bienestar que se tiene del trabajo. Esto puede sensibilizar a quien actúe con el síndrome y viabilizar la toma de decisiones administrativas más convenientes para solucionar la situación.
- Aunque parezca radical, considerar otras empresas que promuevan un mejor ambiente y una cultura orientada a las relaciones interpersonales y liderazgos saludables, puede ser una excelente opción, si la dinámica no mejora.