¿Sabes cómo reconocer un ictus?
El neurólogo Jaime Gállego Culleré explica que existen dos tipos de ictus: isquémicos y hemorrágicos
Una de cada seis personas en el mundo sufrirá un ictus a lo largo de su vida. Saber identificar sus síntomas para recibir tratamiento cuanto antes ayuda a salvar muchas vidas y a reducir las secuelas de la enfermedad.
Los síntomas del ictus aparecen de manera brusca y es fundamental saber reconocerlos para actuar con rapidez. Los especialistas insisten en que los primeros momentos son cruciales.
En este sentido, la Fundación del Cerebro apunta que la atención especializada y urgente permite recuperar el tejido cerebral lesionado y favorecer que el paciente quede sin ninguna discapacidad o con muy pocas secuelas.
Del mismo modo, el neurólogo Jaime Gállego Culleré afirma que al actuar pronto "salvamos el cerebro y salvamos a las personas". El especialista explica que existen dos tipos de ictus: isquémicos y hemorrágicos. "Los isquémicos representan el 85 % de todos los ictus. Se originan por la obstrucción de una arteria, de modo que parte del cerebro deja de recibir el riego sanguíneo que necesita", indica.
"En el ictus isquémico el factor tiempo es fundamental", señala el doctor Gállego. Desde la Fundación del Cerebro indican que, en algunos ictus isquémicos, cuando llevan menos de tres horas de evolución desde el inicio de los síntomas, y en sujetos cuidadosamente seleccionados para evitar complicaciones, es posible la disolución del coagulo mediante la administración de fármacos por vía intravenosa.
Además, según asevera el doctor Gállego, en ocasiones "hay que recurrir al tratamiento endovascular que permite, con un cateterismo, llegar al trombo y extraerlo".
Por su parte, el ictus hemorrágico ocurre "cuando una arteria se rompe, la sangre sale del vaso cerebral y ocupa espacio dentro del cerebro", detalla el facultativo y destaca que este tipo de ictus también requieren una atención especializada y urgente.
Así, resulta fundamental identificar los síntomas de esta enfermedad para ponerse cuanto antes en manos de especialistas que inicien de manera precoz las medidas de diagnóstico y tratamiento adecuadas.
Un fenómeno repentino
El doctor Gállego destaca que el ictus es un fenómeno repentino. Los síntomas dependen de la zona del cerebro dañada por la alteración del flujo de sangre. No obstante, hay una serie de síntomas que nos deben alertar.
Uno de ellos es una pérdida de fuerza repentina en la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo. También puede haber parálisis y debilidad en estas zonas.
Otro síntoma característico del ictus es la dificultad o la incapacidad de hablar, así como la desviación de la boca hacia un lado.
Asimismo, puede darse "una alteración sensitiva de la mitad del cuerpo; un trastorno repentino de la visión en uno o en ambos ojos; sensación de desequilibrio; vértigo y un dolor de cabeza brusco, explosivo y brutal", expresa el neurólogo.
Ante uno o varios de estos síntomas, se debe hospitalizar al paciente cuanto antes. "En todos los casos se recomienda el manejo por neurólogos expertos en unidades especializadas de cuidados intermedios denominadas unidades de ictus. En ellas se aplican medidas de diagnóstico, cuidados generales, tratamiento específico y control de complicaciones que permiten asegurar la mejor evolución para los pacientes", describe la Fundación del Cerebro.
En el ictus, el tiempo corre en contra del enfermo, por ello recibir atención especializada de manera precoz mejora las posibilidades de supervivencia y reduce el riesgo de discapacidad.
"El ictus la primera causa de muerte en la mujer, la segunda en el varón y constituye la causa más frecuente de discapacidad en el adulto", detalla el doctor.
El especialista recalca que las consecuencias de sufrir un ictus son muy amplias. "Puede producir parálisis de extremidades, trastornos sensitivos, trastornos de la deambulación con desequilibrio o inestabilidad y dificultad o incapacidad de hablar. Esto hace a estos pacientes dependientes de otras personas para realizar actividades de la vida diaria", subraya.
Asimismo, el ictus "puede provocar deterioro cognitivo y es la segunda causa de demencia", indica el neurólogo y añade que, con el tiempo, algunos enfermos pueden desarrollar epilepsia.
Además, el facultativo explica que quienes han sufrido un ictus pueden presentar trastornos afectivos como apatía, abulia o depresión.
Prevenible en muchos casos
No obstante, el ictus, que origina discapacidad y muerte, es prevenible en muchos casos. De hecho, según datos de la Organización Mundial del Ictus (WSO por sus siglas en inglés), "seis millones de personas fallecen cada año como consecuencia de un ictus. Sin embargo, se pueden prevenir hasta un 90 % de los casos si se controlan adecuadamente los factores de riesgo".
En este sentido, el doctor Gállego señala que hay factores que se pueden modificar y tratar, como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la diabetes, la obesidad, la apnea del sueño, la hipertensión arterial, los trastornos de los lípidos (tener el colesterol o los triglicéridos elevados), las enfermedades cardiacas y, de un modo muy especial, la fibrilación auricular.
El experto subraya que la fibrilación auricular es una causa frecuente de ictus, de modo que "uno de cada cinco ictus se debe a esta alteración, que es una arritmia muy frecuente y que puede cursar de forma completamente asintomática".
En el terreno de la prevención del ictus, el neurólogo destaca la importancia de los hábitos de vida.
"Debemos vigilar nuestro peso, llevar una alimentación sana, hacer ejercicio durante al menos 30 o 40 minutos al día, no fumar, ser moderados en la bebida, tratarnos si somos hipertensos o tenemos el colesterol alto, y tomarnos el pulso cada cierto tiempo para ver si es rítmico", comenta.
Pero también existen otros factores de riesgo de ictus que no podemos modificar, como son los antecedentes familiares y la edad.
Las posibilidades de sufrir un ictus se incrementan con la edad, pero esta no es una enfermedad exclusiva de las personas mayores. De hecho, el doctor Gállego explica que "más del 25% los ictus se dan en menores de 65 años y el 10 % de todos los ictus ocurren en personas que no han cumplido los 55 años".
"Empezamos a ver un incremento del ictus en edades tempranas. Esto se debe, fundamentalmente, a los hábitos de vida, pues observamos que cada vez hay más hipertensión y sobrepeso entre los jóvenes. Influyen, asimismo, el consumo de tabaco y alcohol. Además, las drogas ilícitas también pueden ser una causa de ictus", detalla.
Por todo ello, el especialista recalca que la creencia de que el ictus solo afecta a las personas mayores es falsa.