Entre síes y noes
Hay quienes acuden a palabras larguísimas en su afán de aparentar dominio de la lengua. Podrían ahorrarse el esfuerzo; el dominio se encuentra también en lo más pequeño. Los monosílabos nos demuestran su carácter haciendo un despliegue de estilo para formar el plural y conviene saber cómo hacerlo.
Cuando acaban en consonante lo tenemos fácil. Como los sustantivos de más de una sílaba, los monosílabos acabados en las letras -n, -l, r-, d, -j, -s, -x o -z forman su plural añadiendo -es: pan/panes; col/coles; mar/mares; troj/trojes; lid/lides; fax/faxes; paz/paces. Si la palabra monosílaba y acaba en -y precedida de vocal sigue esta misma regla: rey/reyes, ley/leyes, ay/ayes.
Si acaba en cualquier otra consonante, forma el plural añadiendo solo -s: tic/tics, chef/chefs, blog/blogs, rock/rocks, zum/zums, chip/chips, bit/bits. Basta fijarse un poco para notar que la mayoría de estas voces proceden de otras lenguas. Encontramos un par de excepciones; para el sustantivo club se consideran correctos los plurales clubs y clubes; y para test podemos usar el plural regular tests y también el plural invariable test.
Los monosílabos acabados en vocal forman el plural añadiendo una -s: si/sis (nota musical), fe/fes, pie/pies. Un ejemplo de la regla son los nombres de las consonantes: ge/ges, pe/pes, ka/kas, cu/cus. Las excepciones las encontramos en los nombres de las vocales, que forman su plural con -es: aes, íes, oes y úes; el caso de la e es especial: podemos elegir entre es y ees, aunque es preferible el primero.
Tres monosílabos con una personalidad destacada nos sirven para concluir: yo, sí y no. Si cambiamos de opinión, como solemos hacer de vez en cuando, nuestros noes se convierten en síes. Así nuestro yo, al que creemos tan singular y único, se encuentra con algunos yoes.