El sarpullido de la coma
Un amigo querido me confiesa que las comas le producen sarpullido. El tamaño diminuto de la coma no impide que sea la protagonista de muchas de nuestras dudas ortográficas cuando redactamos. Como para tantas otras cosas, no hay recetas mágicas para usar bien la coma; solo nos queda ir familiarizándonos poco a poco con los contextos en los que aparece, porque para cada sarpullido hay un ungüento.
En lo que a la coma respecta, no conviene ni pasarse ni quedarse corto. El acierto con la coma estriba tanto en escribirla cuando va como en dejar de escribirla cuando no va. Y en estas dos últimas frases tienen el primer ungüento que nos recetan hoy para el sarpullido de la coma. No usamos coma entre las partes de la oración coordinadas por las conjunciones ni... ni... Ni usted ni yo volveremos a poner una coma entre ellas. Tampoco escribimos coma entre los miembros de la coordinación copulativa tanto... como. Tanto usted como yo vamos aprendiendo poco a poco más detalles para soltarnos con la coma. Con la ortografía no conviene ni tener miedo ni lanzarse a la piscina sin agua. La maestría con la coma depende tanto del conocimiento como de la práctica.
Un ungüento distinto para un sarpullido diferente: escriban coma cuando se trate de separar las partes de la construcción copulativa no solo..., sino... No solo conviene aprenderse la teoría, sino también ponerla en práctica.
No le tengan miedo a la coma; con un poco de respeto es suficiente. No solo consiste en elegir las palabras, sino en dominar los signos de puntuación. Ni la coma ni sus usos podrán con nosotros.