Al ritmo de la vida
Durante esta primavera el Diccionario de la lengua española de la Real Academia ha logrado un récord absoluto de consultas. La versión en línea, fácil y gratuita, ha registrado cien millones de consultas durante abril. Dice la RAE que este número representa un incremento de más de un 30 % en relación con meses anteriores, cuando todavía no imaginábamos lo que significaba estar confinados; nada menos que cuarenta millones de consultas más que en febrero.
Parece que la cuarentena nos ha acercado al diccionario y los lexicógrafos tienen que responder a esta demanda. Ya no hay que esperar años para que una nueva edición le coja el paso a la lengua. Las actualizaciones en las ediciones digitales van, casi, al ritmo de la vida. Como cada jueves, se celebra en la sede madrileña de la Real Academia Española el pleno en el que se repasan las palabras y acepciones que van a entrar, o no, en el diccionario, con asistencia de académicos españoles y americanos. Así se viene haciendo desde 1713; y la crisis sanitaria no lo ha impedido. Desde hace semanas el pleno se celebra de forma virtual; incluso el tradicional del 23 de abril, en homenaje a Miguel de Cervantes, y el que cada año presiden los reyes de España. El método de trabajo se adapta, pero la tarea no se detiene.
De eso sí que sabemos los lexicógrafos. Las palabras de la pandemia piden paso. Hay que revisar las acepciones y las definiciones de las que ya están en el DLE (confinar, mascarilla, morgue); hay que analizar la posible incorporación de otras que no están y, desgraciadamente, se nos han hecho muy necesarias (coronavirus, cuarentenear, desescalada, desconfinamiento); y otras que ya utilizábamos, pero que ahora nos resultan imprescindibles (videollamada, videoconferencia). Ojalá que el neologismo covidianidad sea solo un ave de paso y nunca anide en nuestro diccionario.