Las soluciones contra el cambio climático a veces no son las mejores para la biodiversidad
A veces, al intentar encontrar una solución a un problema, se corre el riesgo de causar daños en otro lado
Las soluciones contra los efectos del cambio climático pueden tener un impacto contraproducente en la biodiversidad, y viceversa, destacan expertos, que piden un enfoque global.
"A veces, al intentar encontrar una solución a un problema, corremos el riesgo de causar daños en otro lado", explica Anne Larigauderie, secretaria ejecutiva de la Plataforma Intergubernamental Científica y de Política sobre Biodiversidad (IPBES).
Un ejemplo entre muchos: en el Reino Unido, para reforzar los sumideros de carbono, se plantaron muchos árboles... en zonas húmedas, que también son grandes reservas de carbono.
Estos árboles terminaron secando progresivamente estas zonas, liberando el CO2 que almacenaban.
"Al final, plantar estos árboles generó emisiones adicionales, en lugar de eliminarlas de la atmósfera", resume Rick Stafford, presidente del Comité de Política de la Sociedad Ecológica Británica.
Ya en 2021, un grupo de trabajo conjunto entre el IPBES y el IPCC, sus homólogos climáticos en la ONU, advertía que abordar por separado el clima y la biodiversidad podría, "en el peor de los casos, llevar a tomar acciones que, inadvertidamente, impidan resolver uno u otro problema, o incluso ambos".
Efectos perversos
Hay que tener cuidado con estas "falsas buenas ideas", que alivian un problema pero pueden causar efectos perversos en otro, advierte la Red de Acción Climática, un colectivo de ONG.
Inyectar hierro en los océanos para desarrollar el fitoplancton, que es una gran reserva de carbono, puede parecer eficaz a primera vista.
Pero esto también podría causar "daños masivos" a los peces o favorecer el desarrollo de especies de plancton que emiten otros gases de efecto invernadero, como el óxido nitroso, "todo ello con un beneficio climático incierto", señala Alison Smith, profesora de la Universidad de Oxford.
"Las medidas adoptadas para mitigar el cambio climático deben evaluarse en función de sus beneficios y riesgos globales, y no solo según su balance de carbono", explicaba en 2022 la Fundación para la Investigación sobre la Biodiversidad (FRB).
El desarrollo de la energía eólica para reemplazar el gas y el carbón reduce las emisiones de CO2... pero también puede aumentar la mortalidad de aves migratorias y murciélagos.
De manera similar, la construcción de presas para la energía hidroeléctrica o el almacenamiento de agua dulce bloquea la migración de los peces.
"Soluciones de emergencia"
La geoingeniería, que incluye técnicas para manipular el clima, como aclarar las nubes marinas con aerosoles para que reflejen mejor los rayos solares, "puede generar enormes daños colaterales", advierte Tom Oliver, de la Universidad de Reading, quien habla de "soluciones de emergencia".
Por ejemplo, el proyecto presentado el año pasado en la COP28 para instalar "cortinas submarinas" y evitar que las aguas cálidas de los océanos derritan los glaciares de la Antártida podría bloquear el flujo de nutrientes, causando efectos devastadores en los ecosistemas marinos y los glaciares, advertía en enero en Nature el oceanógrafo Lars Smedsrud, de la Universidad de Bergen.
Para encontrar soluciones, "debemos tener una visión general" y no centrarnos solo en el cambio climático, sino también en la biodiversidad y la justicia social, opina Alison Smith.
Como ella, muchos expertos promueven soluciones basadas en la naturaleza, que tienen "beneficios combinados tanto para la biodiversidad, el clima y las poblaciones".
Un estudio de 2020 publicado en Global Change Biology concluía que "las intervenciones basadas en la naturaleza resultan ser, en la mayoría de los casos, tan eficaces, o incluso más", en un 59% de los casos, "que otras intervenciones para combatir los efectos del cambio climático".
Al proteger los ecosistemas existentes, en lugar de intentar recrear nuevos, es cuando el potencial es mayor.
Así, la regeneración natural de los bosques podría capturar aproximadamente 226.000 millones de toneladas de carbono, y el 61% de este potencial puede lograrse protegiendo los bosques existentes, según un estudio publicado en Nature en noviembre de 2023.
Aunque "no existe una solución mágica, (...) romper los compartimentos estancos es la única manera de avanzar si no queremos causar más problemas de los que resolvemos", concluye Smith.
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