Los árboles urbanos también ayudan contra cambio climático
Las investigaciones han demostrado que la sombra de los árboles maduros también ayuda a reducir las perjudiciales “islas de calor”, especialmente en los barrios pobres
Cuando terminó el verano más seco registrado en los libros de récords de Seattle, los árboles de toda la ciudad ya habían hecho sonar alarmas silenciosas.
Fue el más reciente de una serie de veranos en Seattle en la última década, incluida una oleada de calor que batió el récord en 2021, en los que las condiciones más secas y las temperaturas más altas dejaron a muchos árboles con las hojas y las agujas de color marrón prematuro, las ramas desnudas y un exceso de semillas, todos ellos síntomas de estrés.
“Lo ves en los arces de hoja grande y en las cicutas, simplemente cargados de conos o de semillas: es una especie de último esfuerzo para reproducirse”, explicó Shea Cope, un arboricultor del Washington Park Arboretum, un extenso parque de 93 hectáreas (230 acres) al norte del centro de Seattle.
Este verano fue fatal para tres árboles “significativos” de la colección de pinos del parque, entre ellos un pino rojo japonés de 85 años infectado con hongos dejados por escarabajos.
“Estamos perdiendo coníferas más rápido que nuestras coníferas de hojas anchas, caducifolias”, agregó Cope mientras inspeccionaba un pino altísimo con la mitad de su dosel seco.
Ciudades de todo el mundo han prometido plantar más árboles que absorban el dióxido de carbono para ayudar a combatir el cambio climático. Las investigaciones han demostrado que la sombra de los árboles maduros también ayuda a reducir las perjudiciales “islas de calor”, especialmente en los barrios pobres. Una ley promulgada por el presidente Joe Biden inyectó 1,500 millones de dólares al programa de árboles urbanos del Servicio Forestal, un fondo para que las ciudades hagan aún más siembra mantenimiento de árboles dentro de las urbes.
Amenaza climática para los árboles urbanos
La vida en una ciudad puede ser un reto especialmente duro para un árbol, y esos retos se ven agravados por el calentamiento del planeta.
Investigadores de Francia y Australia analizaron el impacto de las temperaturas más altas y menos lluvia en más de 3.100 especies de árboles y arbustos en 164 ciudades de 78 países. Descubrieron que aproximadamente la mitad de los árboles ya estaban experimentando condiciones climáticas más allá de sus límites. También concluyeron que para 2050 casi todas las especies de árboles plantadas en las ciudades australianas no podrán sobrevivir en las zonas urbanas.
“Si las tendencias se mantienen, morirán muchos árboles”, advirtió Nicholas Johnson, arboricultor del departamento de parques de Seattle. “Bajo el calor, los árboles se debilitan, al igual que las personas”.
El calor y la sequía obligan a los árboles a gastar energía para sobrevivir que, de otro modo, se destinaría a la regeneración, el crecimiento o la lucha contra enfermedades y plagas, agregó Johnson. “Todo afuera está tratando de comerse un árbol. Las cargas se exacerban”.
El cambio climático causado por el hombre también genera condiciones meteorológicas más extremas, como lluvias y vientos intensos, así como temperaturas bajo cero.
“El problema no es el cambio gradual, son estos cambios extremos de demasiada agua y muy poca agua, de demasiado viento y la intensidad de las tormentas que causarán estos cambios rápidos”, afirmó David Nowak, científico jubilado del Servicio Forestal de Estados Unidos.
En 2005, el huracán Katrina destruyó alrededor del 10 % de los árboles de Nueva Orleans, señaló Michael Karam, director de parques y vías verdes. En 2021, agregó, el huracán Ida arrancó muchos árboles jóvenes.
“La necesidad de aumentar el dosel verde es mayor que en años anteriores”, afirmó. “Pero los beneficios en un entorno urbano siguen siendo los mismos. En cualquier día caluroso, ve a la sombra y recuerda que los árboles son un gran beneficio para la salud y el bienestar públicos”.
Un estudio de 2018 realizado por Nowak encontró que 25 estados habían visto disminuciones significativas de árboles a principios de esa década.
La construcción de viviendas y comercios, la compactación del suelo, la contaminación e incluso los accidentes automovilísticos contribuyen a la pérdida del dosel de una ciudad.
Las ciudades están familiarizadas con la pérdida de gran volumen de árboles, pero en lo general se trata de un tipo de árbol que se ve afectado, como los abedules atacados por una plaga de barrenadores. Con el cambio climático, a los investigadores les preocupa que la pérdida del dosel supere la tasa de madurez de los árboles recién plantados, lo que lleva de 10 a 20 años.
“Una tasa creciente de mortalidad de árboles está llegando a una ciudad cerca de usted”, advirtió Aaron Ramirez, investigador de árboles en la universidad privada Reed College.
Entre 2016 y 2021, Seattle perdió el 1.7 % del dosel verde que dan los árboles, según un informe de la ciudad que culpa en parte al cambio climático. Hacia el sur, la ciudad de Portland vio el año pasado su primera reducción en el dosel desde que comenzó a llevar registros hace dos décadas.
“Hemos pasado mucho tiempo hablando sobre la salud de nuestros bosques en zonas rurales naturales, ya que hemos visto un aumento del estrés por enfermedades, plagas de insectos, sequías, lo que lleva a incendios forestales catastróficos, pero la verdad es que nuestros bosques urbanos, nuestros árboles urbanos, están igualmente estresados”, lamentó la comisionada de Tierras Públicas del estado de Washington, Hillary Franz.
“Migración asistida”
Filas de pequeñas macetas de plástico negro reciben la luz matutina del sol en un lote para mantenimiento de la ciudad de Bellevue, en el estado de Washington. Cada una tiene un pequeño árbol de secuoya gigante, de apenas unos centímetros (pulgadas) de alto, que la ciudad está cultivando para crear una resiliencia climática.
Las secuoyas no son nativas de la costa noroeste de Estados Unidos, pero los encargados de los árboles en esta ciudad al este de Seattle están plantando más porque creen que los ayudarán a enfrentar mejor la sequía y las plagas.
“Una vez que estos árboles echan raíces, crecen increíblemente rápido”, sostuvo Rick Bailey, supervisor del programa de manejo forestal de la ciudad. Los árboles nativos aún representan alrededor del 70% de los árboles nuevos que se plantan.
Desde hace mucho tiempo las ciudades han traído árboles no nativos, pero el cambio climático está impulsando a muchos arbolistas a considerar aumentar su proporción en la paleta arbórea de sus urbes, una práctica llamada “migración asistida”.
Los arboricultores buscan especies no autóctonas que no tengan “tendencias invasivas”, explicó Scott Altenhoff, del Programa Forestal Urbano y Comunitario de Oregon.
Aun así, es necesario realizar muchas investigaciones para estudiar los árboles resistentes, dijo Ramirez, de Reed College, cuyo laboratorio descubrió que un cedro de Alaska se comportaba mejor en un verano caluroso que las variedades de Oregon y California.
Plantar más árboles no nativos está aumentando algo que los arbolistas de la ciudad han aprendido de décadas de presenciar la muerte de árboles: la diversidad en los tipos y edades de los árboles plantados es clave para mantener vivos los bosques urbanos.
Costos en aumento
La pequeña ciudad de Burien, en el estado de Washington, tenía alrededor de 80 empleados en marzo, cuando agregó uno: su primer administrador de árboles. La contratación fue parte de un mayor enfoque en el dosel verde de la ciudad.
“Acabamos de tener una discusión sobre ‘¿Podemos conseguir un camión cisterna de agua o algo así?’”, afirmó Josh Petter, el nuevo arbolista. “Porque tenemos cada vez más estos períodos de sequía... Yo prefiero plantar un árbol y mantenerlo realmente bien que plantar 10 árboles y luego no mantenerlos”.
Los costos de mantener los árboles urbanos afectan los presupuestos públicos de diferentes maneras. Nueva Orleans también está sopesando un nuevo camión cisterna después de este año tan seco. En Bellevue, la ciudad que está cultivando secuoyas gigantes, una gran parte del mantenimiento de los árboles se destina al retiro de un número cada vez mayor de árboles muertos.
“No estamos a la par del mantenimiento y protección que se necesita para asegurarnos de que no los estemos perdiendo”, lamentó Evan Mallen, de la universidad Georgia Tech, quien consideró que más ciudades necesitan legislación para proteger los árboles ya existentes.
En una semana lluviosa reciente, los voluntarios del departamento de parques de Seattle plantaron decenas de árboles en un parque al oeste de la ciudad. Entre ellos había un cedro rojo occidental plantado a la sombra de las raíces expuestas de un roble caído.
“La vida siempre encuentra la manera”, afirmó Johnson, el arbolista del departamento. “Y en Seattle, la gente está ayudando a que la vida encuentre su camino”.