¿Un Estado sumergido por el mar está condenado a desaparecer del mapa?
Esta posibilidad real infligida por el cambio climático supone un desafío inédito para la comunidad internacional
Si las Maldivas o Tuvalu quedaran sumergidas por el océano, ¿estarían condenadas a desaparecer del mapa como país? ¿Y sus ciudadanos? Esta posibilidad real infligida por el cambio climático supone un desafío inédito para la comunidad internacional y para los pueblos amenazados con perder hasta su identidad.
"Es la mayor tragedia que puede sufrir un pueblo, un país, una nación", dice a la AFP el expresidente de las islas Maldivas Mohamed Nasheed.
Según los expertos del clima de la ONU, el nivel del mar ha aumentado entre 15 y 25 cm desde 1900 y el ritmo se está acelerando en algunas zonas tropicales.
Si las emisiones siguen al ritmo actual, los océanos podrían crecer cerca de un metro más en torno a las islas del Pacífico y del océano Índico para fines de siglo.
Si bien es cierto que sigue por debajo del punto más alto de los pequeños estados insulares más planos, el aumento del nivel del mar vendrá acompañado de una multiplicación de tormentas y grandes oleajes que contaminarán con sal el agua y la tierra, haciendo muchos de estos atolones inhabitables antes de que los engulla el mar.
Según un estudio citado por el panel de expertos climáticos de la ONU (IPCC), cinco estados (Maldivas, Tuvalu, islas Marshall, Nauru y Kiribati) corren el riesgo de convertirse en inhabitables para 2100, creando 600.000 refugiados climáticos apátridas.
"Ficción legal"
La situación no tiene precedentes. Es cierto que las guerras han borrado del mapa a algunos Estados, pero "nunca hemos visto que un Estado pierda completamente su territorio debido a un evento físico como el aumento del nivel del océano", dice Sumudu Atapattu, de la Universidad de Wisconsin-Madison.
La Convención de Montevideo de 1933 sobre los derechos y deberes de los Estados, referencia en la materia, es clara: un Estado está constituido por un territorio definido, una población permanente, un gobierno y la capacidad de interactuar con otros Estados.
Si el territorio queda sumergido, o si nadie puede vivir en lo que quede de él, al menos uno de los criterios no se cumple.
No obstante, "el concepto de Estado es una ficción legal creada por las necesidades del derecho internacional. Por lo que podríamos crear una nueva ficción para incluir estados desterritorializados", sugiere Atapattu.
Es de hecho la idea que está detrás de la iniciativa "Rising Nations" que en septiembre lanzaron varios gobiernos del Pacífico: "Convencer a los miembros de la ONU de reconocer nuestra nación, aunque estemos sumergidos por las aguas, porque es nuestra identidad", dijo a la AFP el primer ministro de Tuvalu, Kausea Natano.
Algunos reflexionan cómo serán estos Estados-nación 2.0. "Podrían tener el territorio en un sitio, la población en otro y el gobierno en otro", explica a la AFP Kamal Amakrane, director del Centro para la Movilidad Climática de la Universidad de Columbia.
Para empezar se necesitaría una "declaración política" de la ONU, así como un "tratado" entre el Estado amenazado y el "Estado anfitrión", dispuesto a recibir al gobierno en exilio en una especie de embajada permanente, y darle doble nacionalidad a esa población.
El antiguo responsable de la ONU llama la atención sobre una ambigüedad de la Convención de Montevideo: "Cuando se habla de territorio, ¿se refiere a la tierra firme o a un territorio marítimo?"
"Humanos ingeniosos"
Gracias a sus 33 islas dispersas en 3,5 millones de km2 en el Pacífico, Kiribati, minúscula en cuanto a superficie terrestre, cuenta con una de las zonas económicas exclusivas (ZEE) más grandes del mundo.
Si se preservara esta soberanía marítima, el Estado no desaparecería, aseguran algunos expertos.
Pese a que algunos islotes ya se los ha tragado el mar y las costas se inundan, congelar las ZEE permitiría preservar el acceso a recursos esenciales.
En una declaración de agosto de 2021, los miembros del Foro de las Islas del Pacífico, entre ellas Australia y Nueva Zelanda, "proclamaron" que sus zonas marítimas "seguirían aplicándose, sin reducción, pese a cualquier cambio físico relacionado con el aumento del nivel del mar".
Pero en cualquier caso, irse de los países amenazados no entra en los planes de muchas personas.
"Los humanos son ingeniosos, encontrarán formas flotantes de seguir viviendo ahí", asegura Mohamed Nasheed, refiriéndose a las ciudades flotantes.
El problema es que estos países no tienen recursos para este tipo de proyectos. La cuestión del financiamiento de las "pérdidas y daños" causados por el impacto del calentamiento será uno de los temas candentes de la COP27 en Egipto en noviembre.
Aunque se defienda "el derecho a quedarse" y no irse de su tierra y "su herencia", "se necesita un plan B", insiste por su parte Kamal Amakrane.
En este sentido, pide que se inicie "lo antes posible" un proceso "político" para preservar los futuros Estados inhabitables con el fin de "dar esperanza a las poblaciones".
Y es que la incertidumbre actual "crea amargura y desconcierto y con eso, matamos a una nación, a un pueblo", alerta.