Segunda ronda
La segunda ronda del diálogo entre República Dominicana y Haití comienza hoy con una diferencia sustancial con respecto a aquella primera del 7 de enero. Esa diferencia es el discurso pronunciado por el presidente Medina en la CELAC.
En poco más de 13 minutos dejó bien claro el sentir del 90%, según algunas encuestas, de los dominicanos. Pasan los días, y siguen produciéndose comentarios y declaraciones de apoyo. Medina gustó.
A la vez, las acusaciones de desnacionalización o apatridia que diferentes voces han endilgado a la sentencia del TC suenan menos, y pierden convicción.
A Danilo Medina este problema le va a beneficiar. Ha manejado con esa firmeza contenida que le caracteriza un tema que le explotó en el terreno internacional, cuando los gobiernos dominicanos y haitianos tradicionalmente se las arreglaban ellos solos.
El diálogo se reanuda con el tema de la nacionalidad fuera de la mesa. Inteligente decisión: son tantos los problemas de seguridad, medio ambiente y comercio por definir, que probablemente, si se resolvieran, el tema de los documentos sería menos grave.
De esta Cumbre en La Habana queda una pena: ver a los mandatarios latinoamericanos tratar al dictador cubano como si fuera un representante legítimo de su pueblo.
Defender una dictadura no es una decisión ideológica o sentimental. Es una decisión moral: debe rechazarse, por muy simpáticos que le sean los Castro y su mal llamada Revolución. Todas las dictaduras son fascistas.
IAizpun@diariolibre.com
En poco más de 13 minutos dejó bien claro el sentir del 90%, según algunas encuestas, de los dominicanos. Pasan los días, y siguen produciéndose comentarios y declaraciones de apoyo. Medina gustó.
A la vez, las acusaciones de desnacionalización o apatridia que diferentes voces han endilgado a la sentencia del TC suenan menos, y pierden convicción.
A Danilo Medina este problema le va a beneficiar. Ha manejado con esa firmeza contenida que le caracteriza un tema que le explotó en el terreno internacional, cuando los gobiernos dominicanos y haitianos tradicionalmente se las arreglaban ellos solos.
El diálogo se reanuda con el tema de la nacionalidad fuera de la mesa. Inteligente decisión: son tantos los problemas de seguridad, medio ambiente y comercio por definir, que probablemente, si se resolvieran, el tema de los documentos sería menos grave.
De esta Cumbre en La Habana queda una pena: ver a los mandatarios latinoamericanos tratar al dictador cubano como si fuera un representante legítimo de su pueblo.
Defender una dictadura no es una decisión ideológica o sentimental. Es una decisión moral: debe rechazarse, por muy simpáticos que le sean los Castro y su mal llamada Revolución. Todas las dictaduras son fascistas.
IAizpun@diariolibre.com