Prisioneros del rencor
No es el título de una telenovela o de una mala película de los años 50, pero podría ser el título del drama que vive el Partido de la Liberación Dominicana en estos días.
Esta crisis se parece mucho a lo que le ocurre al algunos matrimonios en los que se van acumulando pequeños agravios que van creando una capa de rencor que hace imposible cualquier reconciliación.
Muchas veces, los pequeños agravios traen graves injurias, que impiden el diálogo y cualquier tipo de arreglo, por mínimo que este sea. Es un fuego creciente que no necesita "enchinchadores", pues se basta a sí mismo.
No hay que explicar lo que ha venido pasando en el PLD. Desde que "me venció el Estado" hasta Quirino, las cosas han ido creciendo con errores de parte y parte. Se han provocado situaciones, en la Justicia y en la calle, que pretenden convertir en irreconciliables las cosas.
Pero todo tiene una salida, y quien está en el poder tiene que ser generoso, sobre todo en un sistema donde no se trata de matar al enemigo o al rival, sino de lograr una operación lo más armónica posible del sistema.
Algunos dicen que, al final, la corporación peledeísta buscará una salida: hay demasiada carne de presidio en la dirección de ese partido para no encontrar un agujero, más ahora que se aclara la fuerza del enemigo.
Pero le toca a los dos rivales poner la cabeza en hielo: uno, aceptar las circunstancias de todo lo que tiene por perder, y el otro, reconocer que todo enemigo es peligroso. Puente de plata.
atejada@diariolibre.com
Esta crisis se parece mucho a lo que le ocurre al algunos matrimonios en los que se van acumulando pequeños agravios que van creando una capa de rencor que hace imposible cualquier reconciliación.
Muchas veces, los pequeños agravios traen graves injurias, que impiden el diálogo y cualquier tipo de arreglo, por mínimo que este sea. Es un fuego creciente que no necesita "enchinchadores", pues se basta a sí mismo.
No hay que explicar lo que ha venido pasando en el PLD. Desde que "me venció el Estado" hasta Quirino, las cosas han ido creciendo con errores de parte y parte. Se han provocado situaciones, en la Justicia y en la calle, que pretenden convertir en irreconciliables las cosas.
Pero todo tiene una salida, y quien está en el poder tiene que ser generoso, sobre todo en un sistema donde no se trata de matar al enemigo o al rival, sino de lograr una operación lo más armónica posible del sistema.
Algunos dicen que, al final, la corporación peledeísta buscará una salida: hay demasiada carne de presidio en la dirección de ese partido para no encontrar un agujero, más ahora que se aclara la fuerza del enemigo.
Pero le toca a los dos rivales poner la cabeza en hielo: uno, aceptar las circunstancias de todo lo que tiene por perder, y el otro, reconocer que todo enemigo es peligroso. Puente de plata.
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