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A salvar nuestro hogar

Al cerrar este 2024, la realidad del cambio climático ya no es una amenaza lejana sino una crisis que golpea nuestra puerta con puños de fuego y agua

Al cerrar este 2024, la realidad del cambio climático ya no es una amenaza lejana sino una crisis que golpea nuestra puerta con puños de fuego y agua. La República Dominicana, como todo el Caribe, se encuentra en primera línea de esta batalla contra el tiempo, donde cada décima de grado que sube el termómetro global representa un riesgo exponencial para nuestra supervivencia.

Los números no mienten: este año hemos visto cómo las temperaturas han pulverizado récords históricos, mientras nuestras costas sufren la erosión implacable de un mar cada vez más hambriento de tierra. Los ciclones son más frecuentes e intensos, y nuestros agricultores batallan contra sequías impredecibles que amenazan la seguridad alimentaria de toda la nación.

Pero el verdadero desafío comienza ahora. El 2025 se presenta como un año decisivo, donde la comunidad internacional debe transformar las promesas en acciones concretas. No podemos seguir postergando las medidas drásticas que necesitamos para frenar esta catástrofe en cámara lenta. Los acuerdos de París ya parecen insuficientes frente a la velocidad con que avanza la crisis climática. ¿Qué nos espera si seguimos por este camino? Nuestros hijos heredarán un país irreconocible, donde las playas que hoy atraen millones de turistas podrían desaparecer bajo las aguas, donde los campos fértiles del Cibao podrían convertirse en tierras áridas, donde nuestras ciudades costeras enfrentarían una lucha constante contra la invasión del mar.

El 2025 debe ser el año en que digamos basta. Necesitamos una transformación radical de nuestra matriz energética, una revolución en nuestros métodos de producción y consumo, y un compromiso inquebrantable con la preservación de nuestros recursos naturales. No es solo una cuestión de política ambiental; es un imperativo moral. Como dominicanos, como caribeños, como ciudadanos de este planeta en peligro, tenemos la responsabilidad de alzar nuestra voz. El reloj avanza inexorable, y cada minuto de inacción nos acerca más al punto de no retorno. El 2025 no puede ser otro año de promesas vacías y metas postergadas. Debe ser el año en que finalmente actuemos como si nuestra vida dependiera de ello, porque, en realidad, así es.

 

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  • 2025

Periodista puertorriqueño y subdirector de Diario Libre. Ganó el Premio Nacional de Literatura Puertorriqueña, Categoría Periodismo, en 2018, por sus columnas en el periódico El Nuevo Día, del cual fue director asociado.