Patrón aniquilador
Con 41,600 millones de toneladas de CO2 vertidas a la atmósfera, el planeta se acerca peligrosamente a un punto de no retorno
El nuevo récord de emisiones globales de CO2 en 2024 es una señal clara de que, pese a los avances en energías limpias y esfuerzos de reforestación, el mundo sigue atrapado en un patrón insostenible que encamina a los seres humanos a su aniquilación.
Con 41,600 millones de toneladas de CO2 vertidas a la atmósfera, el planeta se acerca peligrosamente a un punto de no retorno. Aunque las emisiones fósiles solo han aumentado un 0.8 % respecto al año anterior, lo cierto es que llevamos más de una década sin lograr una disminución significativa. Las cifras hablan por sí solas: la capacidad de los sumideros naturales, como los bosques y océanos, para absorber el CO2 está bajo amenaza debido a fenómenos climáticos extremos como El Niño y los incendios forestales.
La reforestación ha logrado avances en algunos países, pero los mayores emisores, como Brasil e Indonesia, siguen contribuyendo significativamente a la deforestación. Este contraste entre la acción local y el daño global refuerza la urgente necesidad de una coordinación internacional efectiva, algo que se ve obstaculizado por la falta de liderazgo climático, exacerbado por el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
La ralentización de los esfuerzos globales para frenar el cambio climático es preocupante, especialmente en un momento en el que los datos sugieren que podríamos superar el umbral de 1.5 ºC en menos de seis años.
El informe del Global Carbon Project revela una verdad demoledora: aunque algunos países han logrado desacoplar su crecimiento económico de las emisiones de carbono, la dependencia mundial de los combustibles fósiles sigue siendo un obstáculo poderoso. Si no hay un cambio radical y acelerado en la política global y en la implementación de tecnologías limpias, la ventana de oportunidad para evitar los peores impactos del cambio climático se cerrará más pronto de lo que pensamos y moriremos todos.