El "efecto basura"
El insulto racista que llamó basura a los puertorriqueños en una rally de Donald Trump podría tener un efecto enorme en la próxima elección del gobernador de Puerto Rico
El insulto racista que llamó basura a los puertorriqueños en un rally de Donald Trump podría tener un efecto enorme en la próxima elección del gobernador de Puerto Rico, tanto como lo tendrá en los comicios presidenciales de Estados Unidos. Al igual que en U.S.A., las elecciones en Puerto Rico se harán el próximo martes, 5 de noviembre, y existe un escenario potencial, que, de materializarse, sacudirá la política de la isla como nunca antes.
Desde 1952, cuando se fundó el Estado Libre Asociado (ELA), el estatus colonial que rige desde entonces mi país, Puerto Rico ha sido gobernado por dos partidos: el Partido Nuevo Progresista (PNP), hoy mayoritario y defensor de que seamos estado de la Unión, y el Partido Popular Democrático (PPD), el fundador y defensor del ELA. Estas dos colectividades han gobernado por más de medio siglo y su finalidad se ha convertido en la misma: administrar la colonia sin generar un cambio serio en la fórmula política de la isla. Ellos, además, sostienen un pacto de no agresión que ha permitido el crecimiento desmedido de la corrupción, el clientelismo político y el saqueo del tubo de fondos federales que alimenta el sistema.
En estas elecciones, el PNP y el PPD enfrentan un escenario inédito. El hastío de un amplio sector de la población con sus malas prácticas ha permitido que la conjunción de una alianza entre el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) tenga temblando a los dos históricos. Las últimas encuestas, de hecho, aseguran que el candidato de la alianza, el independentista Juan Dalmau, está empatado en el primer puesto con la candidata del PNP y que el PPD estaría en un distante e histórico tercer lugar.
¿Cómo entonces el insulto en el rally trumpista será determinante? Pues resulta que Jenniffer González, la candidata del PNP, es una republicana acérrima, que ha defendido a Trump y es vista como una extensión de sus políticas en la isla. Así, ese chistecito de mal gusto podría darle a Dalmau el empujón que necesita para ganar las elecciones y hacer historia. Ahí está el "efecto basura".
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