Logias masónicas
Pregunte usted a ciertos señores quién fue Juan Pablo Duarte, el fundador de la República Dominicana, e inmediatamente le dirán que Duarte era masón.
Haga usted la misma pregunta acerca de Pedro Santana y Tomás de Bobadilla, y también le dirán lo mismo.
De la misma manera, estos señores señalarán a algunos miembros de la sociedad La Trinitaria como masones, para que usted vea que la francmasonería incluía a muchos hombres de razón y de conciencia de aquella época, fueran éstos liberales o conservadores.
También puede usted preguntar por varios conocidos curas, clérigos, presbíteros, sacerdotes o, como quiera usted quiera llamarlos, y verá que muchos de ellos son recordados como fundadores o miembros de logias masónicas en el siglo XIX.
Es fama que las logias dominicanas convivían entonces con la iglesia católica sin muchos conflictos, a diferencia de lo que ocurría en Italia, España y otros países de Europa.
Desde finales del siglo XVIII las logias se convirtieron en centros de activos del pensamiento racionalista y del liberalismo político y, luego de la independencia de los Estados Unidos, del republicanismo antimonárquico.
Tan importante fue la masonería en la emancipación de las colonias norteamericanas que los símbolos masónicos engalanan muchos monumentos de los Estados Unidos y hasta adornan el billete de mayor circulación en el mundo, el dólar de los Estados Unidos.
La independencia de las colonias hispanoamericanas en Sudamérica no puede ser explicada sin el activo papel que jugaron los masones y las logias en las conspiraciones nacionalistas y en la organización de los nacientes Estados.
Mencionemos, nada más, a José de San Martín y a Simón Bolívar para ilustrar esa conexión entre la lucha por la descolonización de América y la masonería.
De la misma manera podríamos mencionar a los primeros presidentes de la República de Haití, Alexandre Petión y Jean Pierre Boyer, y a muchos de sus más cercanos colaboradores en la política y la milicia.
Jean Louis Ferrand, el gobernador francés de Santo Domingo entre 1805 y 1808, también fue masón y participó en la creación de la logia "Fraternité" que funcionó hasta 1809 en la calle Las Mercedes, en la ciudad de Santo Domingo.
Esa logia "abatió sus columnas" tan pronto Juan Sánchez Ramírez completó la reconquista de la parte del Este de la isla y la hizo reincorporar a España, hecho éste ratificado por el Tratado de Versalles de 1815.
El regreso de la monarquía absolutista de Fernando VII en 1814 acentuó las malquerencias entre masónicos y católicos en España y por ello sorprende que en 1819 el mismo gobernador colonial de Santo Domingo, el brigadier Pascual Real, encabezara la fundación de una logia llamada "Philantropía".
Entre los miembros fundadores de este taller masónico había varios frailes y sacerdotes, cuyos nombres han llegado hasta nosotros. También han quedado registrados algunos hombres que más adelante tomaron los hábitos y se hicieron curas. Uno de estos últimos, Elías Rodríguez, llegó a ser arzobispo coadjutor de Santo Domingo.
Durante la Dominación Haitiana funcionaron varias logias en la isla, tanto en la parte occidental como en la oriental, y de ellas también tenemos la memoria de las de Puerto Príncipe, Santo Domingo, Cabo Haitiano, El Seibo, Baní, Puerto Plata, Azua y Santiago.
Ninguno de los "talleres" que trabajaron en la parte del Este sobrevivió muchos años, y para 1844 todos habían "abatido sus columnas", hasta que en 1858 Tomás de Bobadilla convocó a una asamblea de antiguos hermanos masónicos para "rehabilitar la masonería" en el país.
De esta reunión surgió un movimiento de renovación masónica que hizo nacer varias logias en varias ciudades del país. De algunas se conservan sus documentos fundacionales y sus estatutos, de otras sus nóminas de miembros fundadores y las cronologías de sus trabajos.
La "Gran Logia Simbólica", fundada por Bobadilla entre octubre y diciembre de 1858 no sobrevivió, pero la segunda que abrió sus puertas en la ciudad de Santo Domingo en la Primera República sí lo hizo y todavía existe: la "Logia Cuna de América No. 2".
Esta institución fue fundada y comenzó a funcionar en 1859 y estuvo protegida por el Presidente Pedro Santana, quien dictó el decreto cediéndole el local en que todavía trabaja, que antes había sido parte del claustro del Convento de los Mercedarios.
Entre 1858 y 1861 los masones abrieron logias en otros pueblos del país. Por ejemplo, la "Fraternidad", en El Seibo, la "Concordia", en La Vega, la "Nuevo Mundo", en Santiago, la "Perfecta Armonía", en Azua.
También fue fundada en esos años, en 1861 específicamente, la Logia "La Fé No. 7", que todavía funciona en la ciudad de Santo Domingo.
La extinción de la República y la anexión del país a España transformaron el clima de convivencia que antes existía entre las logias y las autoridades civiles y religiosas.
Hasta entonces las logias, el gobierno y la iglesia católica funcionaban como vértices de un mismo triángulo sociopolítico que contenía a los actores más importantes de las principales ciudades del país.
Las nuevas autoridades españolas intranquilizaron a los masones dominicanos pues mostraron desde temprano una visible intolerancia hacia las logias masónicas y la práctica de la masonería.
Los masones dominicanos reaccionaron políticamente y apoyaron el movimiento nacionalista que culminó con el estallido de la Guerra de la Restauración.
El arzobispo español, Bienvenido Monzón, fue el mayor responsable de esta separación entre la jerarquía eclesiástica y la masonería dominicana, y su radicalismo sirvió para alentar a algunos curas masones a apoyar al gobierno restaurador contra la nueva dominación española.
No es de sorprender, entonces, que en su Historia de la Restauración publicada en 1938 con los testimonios de muchos "restauradores" sobrevivientes, Pedro Archambault recordara la logia "Nuevo Mundo No. 5" con las siguientes palabras: "Daremos algunos datos biográficos de ciertos restauradores, comenzando por la distinguida logia masónica Nuevo Mundo No. 5 que tomó una parte activísima en obra de la libertad. No se equivocaba Monseñor Bienvenido Monzón, Arzobispo de Santo Domingo, al atribuirle una importante iniciativa en los movimientos de libertad a la corporación franc-masónica.
Especialmente la logia Nuevo Mundo No. 5 tomó una participación principal en la conspiración del movimiento del 24 de febrero 1863, cuyos verdaderos autores no aparecieron en los consejos de guerra. Esta benemérita sociedad estaba compuesta por los principales elementos de la Revolución".
"Desde el movimiento de Contreras en Moca, fue atribuido por los españoles un notable papel a la masonería; y estaban en lo cierto: la institución masónica cumplió la alta misión de libertad desde el momento aciago en que fue arriada la bandera cruzada. Y muy particularmente la logia Nuevo Mundo No. 5 tomó una parte principal en la conspiración."
"Esta logia fue fundada en 1858... Por una ordenanza española fueron abatidas las comunas masónicas en la República. Pero la Nuevo Mundo No. 5 siguió celebrando reuniones secretas para impulsar el fuego de la Revolución."
"Y cuando logró ver en el pináculo otra vez su amada bandera tricolor, reapareció el noble taller el 27 de mayo de 1865, siendo la primera logia restablecida en la República."
Continuaremos...
El arzobispo español, Bienvenido Monzón, fue el mayor responsable de esta separación entre la jerarquía eclesiástica y la masonería dominicana, y su radicalismo sirvió para alentar a algunos curas masones a apoyar al gobierno restaurador contra la nueva dominación española