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La Diva de los Helados Capri

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La Diva de los Helados Capri
Doris Duranti
Las fichas biográficas la reseñan como una de las grandes luminarias del cine italiano de finales de la década del 30 y los años 40. Amor tormentoso de un notorio dirigente fascista, Alessandro Pavolini, desde 1939 ministro de la cultura popular del Duce. Attrice de casi medio centenar de filmes, retornó triunfante en los 50 a los estudios de Cinecittà. Fuera de Italia, filmó en Libia, Somalia, Brasil, Francia y España. Ella, la dama elegante que se mantuvo como una estampa estacionada en la mesa de entrada de la Heladería Capri, con sus largas manos enguantadas. Detenida en el tiempo, congelada en los pasillos de mi memoria como una deleitosa copa Peach Melba con la que se sueña. Fumando cigarrillos en fina pitillera, con gestualidad aristocrática plena de mundología. Sorbiendo el néctar excitante de un cappuccino. La gran diva perdida en esta isla poetizada de azúcar y de alcohol. Rompecorazones de ítalos y criollos.

Nacida en 1917 en Livorno como Dora Franca Duranti, siendo aún una jovencita inició en 1935 su ascendente carrera cinematográfica participando en papeles menores en películas como Aldebara de Alessandro Blasetti -una impresionante puesta en escena del potencial naval de la armada real italiana con excelente rodaje en ambientes naturales y la interpretación estelar de Gino Cervi, que disfruté en mi IPAD bajada desde el democrático YouTube. En el musical Vivere (1937) de Guido Brignone, que contó con el afamado tenor Tito Schipa y en La gondola delle chimere y Lo squadrone bianco filmada ésta en Libia, ambas de 1936.

Esencial en el desarrollo de su carrera fue el apoyo del agente cinematográfico Eugenio Fontana. Él mismo productor de películas, quien al igual que la diva se estableció en los 50 en Ciudad Trujillo, contratado por La Voz Dominicana para dirigir su departamento de filmaciones. Cuya noticia me fue revelada por Efraím Castillo, quien prepara un libro histórico sobre la materia. Como recuerda el memorioso amigo Freddy Agüero -quien conoció a la Duranti junto a Mario Ferretti frecuentando el salón de belleza de LVD que dirigía la maquillista y cosmetóloga Zunún Larancuent-, Fontana residía en la avenida San Martín a un paso de su trabajo.

Con Sentinelle di bronzo de 1937 -considerado uno de los tres filmes que hicieron en esa década del cine italiano un suceso mundial- la Duranti obtuvo su primer éxito como protagonista interpretando a la somalí Dahabo. Dirigida por Romolo Marcellini y producida por Eugenio Fontana, narra un incidente en la Somalia Italiana previo a la guerra de Etiopía, que enfrentó a italianos y abisinios. Rodada en su totalidad en África, en la Muestra de Venecia obtuvo el galardón como mejor film de temática colonial. Su rol como Lola en Cavalleria rusticana (1939), dirigida por Amleto Palermi y basada en la famosa ópera de Pietro Mascagni, figura entre sus mejores actuaciones. Al igual papeles que dieron título a los largometrajes La contessa di Castiglione y Carmela, rodados en 1942 y dirigidos por Flavio Calzavara. Como lo fuera Calafuria, ambientado en escenarios naturales en Sicilia. Disponibles en YouTube, gracias a lo cual he podido videarlos plácidamente arrellenado en un Poäng de IKEA.

Al finalizar la II Guerra Mundial en 1945, la Duranti había realizado unas 27 películas, convirtiéndose en una estrella de cine rotulada por sus elegantes movimientos y un carácter agresivo. De una belleza exótica, su rostro -dominado por unos ojazos alargados y hechiceros, labios carnosos e incitadores y una nariz perfilada- llenaba plenamente la pantalla. Una figura esbelta, tocada de una sensualidad especial, algo atormentada. Fueron años de auge del cinema italiano impulsado tanto desde los amplios estudios de Cinecittà en Roma como desde locaciones naturales que le insuflaban verismo al lenguaje cinematográfico. Despliegue de talento de directores, libretistas, camarógrafos, musicalizadores y actores. Una hornada de hermosas actrices rodeadas de glamur en un cine que fue bautizado de Telefoni Bianchi -en alusión a los aparatos símbolos de status superior en contraste con los teléfonos negros del común- y también decó, en referencia al art decó de moda como concepto de mobiliario y diseño arquitectónico.

Como parte de la competencia entre artistas, la Duranti escenificó un verdadero pleito de tetas. La exposición de unos senos al desnudo por nuestra artista en Carmela originó una disputa con su rival Clara Calamai, quien alegó ser pionera en mostrar los senos en pantalla en La cena delle beffe de 1941. La Duranti replicó que fue ella la primera en presentar su pecho desnudo de pie, orgulloso y sin maquillaje, en contraste con Calamai quien lo hizo acostada. Lo cierto es que la primicia en cuanto a encueriña de celuloide habría correspondido a Vittoria Carpi en la película La Corona di Ferro (1940).

Nuestra attrice interpretó tres películas basadas en novelas del escritor y periodista Emilio Salgari: La figlia del Corsaro Verde, dirigida por Enrico Guazzoni en 1940, en el papel central femenino -vista por quien escribe en YouTube; Il leone de Damasco y El Capitán Tormenta, filmadas en 1942 bajo conducción de Corrado D'Errico, actuando la Duranti como Haradia y Carlo Ninchi como Moulia El Kader, con quien compartiría en otros filmes, tal Cavalleria en el que éste hace de Alfio, cuya proyección traspasó Italia para incluir Alemania, Francia y EEUU. En el 42 estuvo molto attiva, al registrar su filmografía seis películas.

En esta primera etapa de su carrera, Doris Duranti no sólo se convirtió en una de las actrices mejor pagadas (2 millones de liras por película) y la preferida durante el régimen encabezado por Benito Mussolini. También alcanzó notoriedad al liarse en un sonado romance con el militante ministro de la cultura popular, un intelectual, periodista e ideólogo del fascismo, reputado censor de secuencias neorrealistas de filmes de Luchino Visconti y otros cineastas. Conocida en esos tiempos como "la actriz por excelencia/por Su Excelencia", un apelativo rechazado inicialmente por Mussolini pero que luego aceptó. Al parecer flechado por su actuación en Il re si diverte (1941) de Mario Bonnard, basada en la obra homónima de Víctor Hugo que sirvió de referencia a la ópera Rigoletto de Verdi, con Michel Simon como Rigoletto y Duranti como Margot, compartiendo actuación con el apuesto galán Rossano Brazzi en el papel del rey Francisco I.

Las fichas biográficas señalan que a la caída del régimen fascista en Roma, con el apresamiento de Mussolini en julio de 1943 -luego liberado por un comando alemán-, la Duranti siguió a su amante Pavolini al norte, donde se estableció la llamada Repubblica Sociale Italiana en territorios controlados por los nazis. Vivió en Venecia y en Lago. Pavolini devino en factor clave en el liderazgo fascista, encabezando la línea dura y organizando la movilización contra los aliados. Sindicado por incitar una vendetta en Ferrara, se le atribuye responsabilidad en el proceso que condenó a la ejecución en enero de 1944 a cinco miembros del Gran Consejo Fascista que avalaron la destitución de Mussolini en 1943. Entre ellos el yerno del Duce, el conde Galeazzo Ciano, ex ministro de exteriores y diplomático al frente de delicadas misiones.

Al triunfar los aliados en la península con el apoyo de los partisanos, tanto Mussolini como Pavolini fueron apresados y ejecutados a manos de estos últimos. La Duranti -quien había logrado trasladarse a Lugano, Suiza-, conforme a sus biógrafos, habría intentado suicidio ante el derrumbe fascista que segó la vida de Pavolini. Junto a un oficial de policía suizo buscaría nuevos horizontes en Sudamérica. En 1950 figura en un nuevo film en portugués rodado en Brasil, Estrela da Manhã, con libreto del novelista Jorge Amado y actuación de Dorival Caymmi, una de las glorias de la música brasileña, padre de los cantantes Dori y Nana.

Ese mismo año retornaría a Italia a filmar Il Voto, una película de Mario Bonnard, quien la dirigiera una década atrás, en la cual tiene un papel la joven Sofía Loren. Seguiría en el 51 Clandestino a Trieste. En el 52 la Duranti reafirmaría su apogeo con la participación en siete films en un año, superando su récord de seis en 1942: Pentimento (d: Mario Costa); Papa ti ricordo (d: Mario Volpe); La storia del fornaretto di Venezia (d: G.Solito); La muta di Portici (d: G. Ansoldi); Tragico ritorno (d: P.L. Faraldo, con Marcello Mastroianni); La minute de verité (d: J. Delannoy, producción franco-italiana hablada en francés con Jean Gabin); y A fil di spada (d: C. Bragaglia).

Con el guionista y director Franco Rossi hace en 1953 I falsari. Y al siguiente actúa en dos películas: François il contrabbandierie, de Gianfranco Parolini; y Vuelo 971, una producción española filmada en el aeropuerto de Barajas dirigida por Rafael Salvia. Catorce filmes en cinco años. Su encuentro con Mario Ferretti en 1955 y el viaje a Ciudad Trujillo darían un nuevo giro a su vida. Su última actuación, ya radicada en República Dominicana, sería en 1975 en la película Divina Creatura de Giuseppe Patroni Griffi, compartiendo roles con la bellísima Laura Antonelli y Terence Stamp. En 1991 la RAI produjo una serie de televisión llevando su vida a la pantalla chica: Doris una Diva di régimen, de Alfredo Giannetti. Asimismo, figura en Bellissime, con tomas de archivo de su filmografía y la de Ana Magnani y Monica Vitti.

Al expirar en 1995 en Santo Domingo a la edad de 77, el diario Corriere della Sera publicó una inspirada y amplia nota de nostalgia titutalada "Addio Doris, diva dei Telefoni bianchi", calzada por Kezich Tullio y Calcagno Paolo. Subtitulada: "Debutó jovencisíma y pronto conquistó el corazón de todos los italianos". Un merecido homenaje a nuestra diva de los Helados Capri, que como consignan los autores "prefirió quedarse en Santo Domingo" por casi cuatro décadas, bajo el mismo quemante trayecto del sol. Una tierra que amó (y en la que amó) con ardiente pasión.