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Horacio Vásquez y Trujillo

En 1929 no era un secreto para nadie que el Presidente Horacio Vásquez estaba enfermo y que su vida podía verse en peligro en caso de que su dolencia se agravara. Todos esperaban que el Vicepresidente José Dolores Alfonseca sucedería a Vásquez y que su primera víctima sería el jefe del ejército, Rafael Trujillo. Pero tanto los opositores de Alfonseca dentro de su propio partido como los opositores al gobierno querían impedirle su llegada al poder, y la única forma posible de hacerlo era a través de Trujillo.

El jefe del ejército vino a convertirse así en la figura clave de aquella coyuntura que fue agravándose a medida que transcurría el año 1929 y que culminó en una crisis cuando Horacio Vásquez finalmente cayó postrado en cama y tuvo que ser trasladado urgentemente a Baltimore para someterse a una operación quirúrgica con el propósito de extraerle un cálculo renal que terminó con la extirpación de uno de sus riñones.

Trujillo había hecho una rápida carrera militar desde su ingreso en la Policía Nacional Dominicana en tiempos de la ocupación militar norteamericana. A medida que fue ascendiendo había ido utilizando su creciente poder para hacer fortuna realizando negocios con la compra de alimentos, ropa y equipo de soldados. Al llegar a la jefatura del ejército, Trujillo se enriqueció más aún e invirtió su dinero en tierras y propiedades urbanas, demostrando con ello poseer un decidido espíritu empresarial y un afán de lucro poco común.

Trujillo aprovechó la desmedida confianza que le dispensaba el presidente Vásquez -quien lo había hecho jefe del ejército en reconocimiento a su demostrado horacismo- para colocar en los mandos claves del ejército a oficiales adictos a su persona aparentando que eran adictos a Horacio Vásquez. Poco a poco Trujillo convirtió aquel cuerpo de orden en un negocio personal y en una maquinaria militar al servicio de sus intereses, aunque momentáneamente sirviera para sostener a Vásquez y apoyar la política del Partido Nacional.

La riqueza de Trujillo era ampliamente conocida y era de conocimiento público que el sistema de compras y aprovisionamiento del ejército era su principal fuente de ingresos. En 1927, por ejemplo, el presupuesto del ejército cerró con déficit y Trujillo no pudo justificar cómo había gastado el dinero ese año.

En 1929, en ocasión de un estudio administrativo-financiero que hizo una misión estadounidense contratada por Vásquez para modernizar diversos departamentos del gobierno, se descubrieron las vías de escape del presupuesto militar que Trujillo utilizaba en su provecho.

No obstante las recomendaciones de esa comisión para que fuese corregida la situación, y a pesar de las demandas de los alfonsequistas para que Trujillo fuese removido de su cargo, Vásquez siguió dándole todo su apoyo y se negaba a creer las informaciones que le advertían de los planes de Trujillo para derrocarlo en combinación con varios políticos coalicionistas. La confianza de Vásquez en Trujillo convirtió a éste en una figura intocable del régimen y en un punto de serios conflictos entre el jefe del ejército y el Vicepresidente Alfonseca.

Vásquez salió del país el día 28 de octubre de 1929 y regresó el día 5 de enero de 1930, luego de haber sufrido una seria operación que lo mantuvo al borde de la muerte durante más de un mes y le quitó mucha de su proverbial energía física. Durante esas diez semanas en que Vásquez estuvo ausente, la campaña por la reelección siguió adelante.

La situación política se agravó al rumorarse que el jefe del ejército sería destituido por conspirador, y más aún cuando éste se presentó, fuertemente armado y con su escolta en actitud desafiante en las oficinas de Alfonseca.

A partir de entonces se difundió el rumor de que Trujillo conspiraba auxiliado por Rafael Vidal, recluido en la Fortaleza Ozama acusado de homicidio, y por el coalicionista Roberto Despradel. Ambos, Vidal y Despradel, le habían hecho ver a Trujillo que, ante la posibilidad de que Vásquez no regresara vivo, era necesario impedir que Alfonseca continuara en el poder.

Tan notorios se hicieron los rumores de esta conspiración que el Ministro estadounidense invitó a Trujillo a pasar por la Legación de Estados Unidos en dos ocasiones para advertirle que su gobierno no reconocería un régimen surgido como resultado del uso de la fuerza. Trujillo protestó en una y otra ocasión declarando ser fiel al gobierno de Vásquez, pero a medida que pasaron los días los preparativos del golpe de Estado seguían avanzando.

Un político llamado Rafael Estrella Ureña, que había sido secretario de Estado de Vásquez y se había separado del gobierno para combatir la reelección, había formado una agrupación llamada Partido Republicano. Este político había aglutinado opositores en la capital y en Santiago, y había celebrado un pacto con los líderes de otros pequeños partidos opuestos a Vásquez, entre los que se destacaba Desiderio Arias, quien dirigía la "pata prieta" del antiguo partido jimenista, ahora bajo el nombre de Partido Liberal.

Estrella Ureña también hizo contacto con los velazquistas o progresistas, con quienes acordó integrar una candidatura antirreeleccionista encabezada por Velázquez como candidato a la Presidencia y secundada por él como candidato a la Vicepresidencia.

Pero en realidad, Estrella Ureña sólo estaba reuniendo fuerzas políticas de la Oposición para dar apoyo al movimiento que él y Trujillo habían acordado. A principios de febrero ambos habían convenido en que Estrella Ureña y sus parciales iniciarían un movimiento en Santiago de los Caballeros que se apoderaría de la Fortaleza San Luis y desde allí levantarían un "movimiento cívico" que marcharía con hombres y armas hacia la capital para obligar a Vásquez a renunciar, mientras el ejército, aparentando evitar un derramamiento de sangre, se abstendría de intervenir.

A pesar de las numerosas denuncias que recibió Horacio Vásquez en el sentido de que Trujillo lo estaba traicionando, a ninguna dio crédito pensando en que todas eran obra de las intrigas y pugnas políticas entre el jefe del ejército y el vicepresidente Alfonseca. Esta confianza perdió a Vásquez pues lo cierto es que el golpe estaba planeado para el día 16 de febrero de 1930 y no fue llevado a cabo en esa fecha porque ese mismo día, precisamente, el nuevo Ministro norteamericano viajó a Santiago y los conspiradores no creyeron prudente iniciar el movimiento en la fecha convenida.

El día 23 de febrero, Estrella Ureña y sus partidarios, secundados por Desiderio Arias y Elías Brache, antiguos líderes del jimenismo, dieron inicio a lo convenido. Un tío de Estrella Ureña, el general José Estrella, "atacó" la Fortaleza San Luis y la tomó. Según lo convenido con Trujillo, la guarnición de la fortaleza no opuso resistencia. La marcha hacia la capital se inició de inmediato y tres días más tarde varios cientos de hombres, parcialmente armados con rifles viejos que Trujillo les había enviado subrepticiamente, hacían su entrada en la ciudad de Santo Domingo.

Tras una dolorosa pugna consigo mismo, Horacio Vásquez finalmente se convenció de que el hombre a quien él había encumbrado a la más alta posición militar lo había traicionado. Vásquez se asiló en la Legación norteamericana, a pesar de los esfuerzos de sus amigos para que reaccionara destituyendo a Trujillo. El presidente era ya un hombre viejo, enfermo y cansado que había perdido sus antiguas energías. Vásquez dejó sobre el escritorio el borrador de Decreto con que debía destituir al jefe del ejército.

Para no romper con el orden constitucional, Vásquez aceptó negociar con los líderes rebeldes encabezados por Estrella Ureña, mientras Trujillo permanecía en la Fortaleza Ozama esperando los resultados y manejando los hilos de la trama. De estas negociaciones surgió el entendido de que Vásquez nombraría a Estrella Ureña Secretario de Estado de Interior y Policía, que era a quien le correspondía ejercer la Presidencia en ausencia del presidente y del vicepresidente.

Alfonseca y Vásquez presentaron formalmente sus renuncias al Congreso el día 2 de marzo y, al día siguiente, Rafael Estrella Ureña pasó a ocupar la Presidencia de la República, siendo recibido y juramentado por el Congreso el día 3 de marzo de 1930. Un par de días más tarde, Alfonseca y Vásquez tomaron el camino del exilio emb arcándose hacia Puerto Rico.

El movimiento del 23 de febrero detuvo la reelección de Vásquez, pero no calmó la intensa agitación política que había con motivo de las próximas elecciones que debían celebrarse el próximo 16 de mayo. Tan pronto Vásquez y Alfonseca salieron del país, los partidos reiniciaron sus campañas pues los progresistas y los coalicionistas que habían apoyado a Estrella Ureña esperaban triunfar en las elecciones, pensando que desde la Presidencia éste podía hacer mucho por la candidatura que había integrado con Velázquez varias semanas atrás.

La Legación norteamericana había declarado que no reconocería ningún gobierno presidido por el general Trujillo a resultas del derrocamiento de Vásquez, y todos confiaban en que las urnas decidirían la pugna por el poder. Pero todos estaban equivocados, pues pocos días después de la juramentación del nuevo presidente se hizo evidente que quien mandaba era el jefe del ejército y que Estrella Ureña no era más que un juguete en sus manos.

La próxima semana: "Trujillo y Estrella Ureña".