Odebrecht: Good capitalism-bad capitalism
Debe emerger un nuevo liderazgo político capaz de semejar la clase gobernante que definió Bosch, no sólo por su visión, sino por su ética y sentido de misión y servicio.
“El hecho de que existan propiedad privada y mercado no necesariamente genera desarrollo. En Haití y Holanda hay mercado y propiedad privada, pero en el primero la gente muere de hambre y en el otro se preocupan de la obesidad y la longevidad excesiva.” Así expresan los economistas William J. Baumol, Robert E. Litan y Carl J. Schramm en su obra “Good Capitalism, Bad Capitalism and the Economics of Growth and Prosperity” (Yale University Press).
Explican que existe “Capitalismo Bueno y Capitalismo Malo” que puede dividirse, a su vez, en cuatro tipos: 1) El guiado por el Estado donde los funcionarios escogen a ganadores y perdedores; 2) El capitalismo oligárquico, donde un pequeño grupo de gentes adineradas pone el Estado a su servicio y convierte la actividad económica en un coto cerrado para su beneficio; 3) El capitalismo de las grandes empresas, donde el poder de los gigantes económicos hace girar la organización de la sociedad en provecho de sus intereses. Y 4) El capitalismo democrático, donde el Estado no asigna privilegios y se limita a crear las condiciones para el surgimiento de empresas que deben sustentarse en mercados abiertos y competitivos. En búsqueda constante de innovaciones, calidad y mejores precios con los que conquistar a los consumidores.
Nuestro país y en gran medida el resto de América Latina tiene un “capitalismo malo”. Un capitalismo opaco, de complicidades, que asigna privilegios, designa ganadores y genera perdedores. Es lo que Joseph Stiglitz denomina “crony capitalism”. No se basa en la competencia, ni en el mérito, ni en las reglas claras. Este capitalismo camina de la mano de un sistema de partidos que nació a partir del primer proceso electoral post revolución de abril de 1965. En particular con la elección del Dr. Joaquín Balaguer en 1966.
Ese sistema de partido de baja representación, de muchos amarres y poca competencia, rentista, clientelista, pecuniario, poco deliberativo nace para enfrentar con formalismos la vida democrática post Trujillo, la guerra fría y todo el entramado geopolítico de la década del 60 en adelante, que para fines de los intereses dominantes de la época era mejor que el modelo cubano.
A partir de los 90, el modelo empezó a ser crisis, la brecha entre ricos y pobres ya era abismal, la inversión social junto a la agenda institucional había sido pospuestas. Pero las premuras electorales orientaron a nuestras elites a resolver lo inmediato, apagar fuegos y dar recetas ambulatorias. Más adelante vino la crisis bancaria de los primeros años del siglo XXI, expresión del capitalismo malo y de la democracia disfuncional. Baninter y Odebrecht son dos caras de la misma moneda.
El modelo hizo crisis. PRSC, PRD y PLD modelaron los últimos 50 años del sistema. Estos últimos, profundizaron el modelo clientelista, disfuncional y corrupto. Lamentablemente los nuevos sectores de la oposición que emergieron abordaron con simplismo la política. “Cuando entremos los honestos” salvaremos la nación. “La falta de competitividad se resuelve con honestidad”. “Para combatir la pobreza solo hay que combatir a los ladrones de las riquezas”. Todo cambiara cuando “los que estamos con el pueblo” gobernemos.
Hoy estamos en orfandad, mientras esperamos una justicia robusta en el caso Odebrecht. Pero esto es sólo el comienzo. Hay que parir un nuevo modelo de democracia a partir de una nueva relación Estado, Empresa y Sociedad, con el hilo conductor de la institucionalidad y su régimen de consecuencias. Nuestras carencias y dificultades son complejas – instituciones débiles, no rendición de cuentas, capitalismo rapaz, deuda externa casi insostenible, mercado laboral cada vez más improductivo, sector energético ineficiente, décadas de poca inversión social – en fin, su solución pasa por el fin de la impunidad, por el empoderamiento ciudadano y continua con una gestión más eficiente, incluyente y humana de la economía y del Estado dominicano en el contexto global.
Debe emerger un nuevo liderazgo político capaz de semejar la clase gobernante que definió Bosch, no sólo por su visión sino también por su ética y sentido de misión y servicio. Esperemos justicia, la cual se ha iniciado gracias a la movilización nacional de ese hermoso despertar ciudadano denominado Marcha Verde e indudablemente gracias a la presión internacional.
“La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer”, Beltolt Brecht.
Nelson Espinal Báez, Associate MIT-Harvard Public Disputes Program, Universidad de Harvard.