Nuestra política de alianzas
La verdadera oposición se hace construyendo alternativas al modelo peledeísta, elevando la conciencia de la gente, movilizándola en un ejercicio permanente de impugnación frente a las injusticias, los privilegios, la privación de las libertades, la negación de derechos, el secuestro de las instituciones democráticas.
El cuadro político se hizo más complejo a partir de las primarias del pasado 6 de octubre, la división del peledé y la conformación de un tercer bloque de partidos que proyectan un escenario de segunda vuelta.
Este nuevo escenario, con el peledé dividido, es una oportunidad de oro para unificar a los verdaderos sectores de oposición; compactar el amplio sentimiento anti-peledé; aislar a la facción de Leonel Fernández y enfrentar y disputarle el poder al candidato de Danilo Medina.
Y es que el ejercicio de oposición política que necesita el país, no puede ser reducido a una toma de partido en la lucha de facciones del partido oficial. La verdadera oposición se hace construyendo alternativas al modelo peledeísta, elevando la conciencia de la gente, movilizándola en un ejercicio permanente de impugnación frente a las injusticias, los privilegios, la privación de las libertades, la negación de derechos, el secuestro de las instituciones democráticas.
Lamentablemente, varios sectores políticos y de la sociedad civil leyeron al revés el nuevo escenario y han terminando tendiéndole un puente a Leonel Fernández y su facción, no dándose cuenta que el escenario de crecimiento de la oposición está en el sentimiento generalizado contra la continuidad del peledé y en la alta tasa de rechazo que concita el expresidente de la República.
El mayor daño que se le puede hacer al proceso de cambios democráticos pendientes es la rehabilitación política de Leonel Fernández. Éste, que gobernó en tres oportunidades, durante 12 años, junto a muchos de los que hoy le acompañan, propició gobiernos medularmente corruptos, eliminó en los hechos la independencia de la justicia para garantizarse impunidad; vendió a precio de “vaca muerta” las empresas estatales, privatizó derechos sociales. En sus gobiernos hubo un auge del narcotráfico, el lavado y el microtráfico por la protección de funcionarios, militares y policías; entregó nuestros recursos naturales; quebró el aparato productivo nacional; depredó el medio ambiente.
Habilitar a Leonel Fernández es apostar al retroceso político. Es la reiteración del borrón y cuenta nueva. Leonel Fernández y muchos de sus acompañantes tienen asuntos pendientes con la justicia, por los que deben responder y, por eso, pactar con ellos terminará traduciéndose en impunidad.
Leonel Fernández y su facción, y Danilo Medina y su facción, no se diferencian por ideas, visión o por representar proyectos políticos distintos. A ellos poco les importa la democracia o la institucionalidad. Ambas facciones están unificadas en un mismo propósito: tener el control del Estado, del presupuesto nacional, aprovechar los negocios públicos, las inversiones, las construcciones y préstamos para continuar su proceso de acumulación económica y de enriquecimiento ilícito.
El pacto con la facción de Leonel Fernández parte de premisas erradas. Leonel Fernández es un falso opositor. Su propósito no es propiamente sacar al peledé del poder, sino reagruparlo en torno suyo bajo otras siglas. Su objetivo no es producir un cambio en el modelo iniciado por él, sino sustituir a Danilo Medina y a la cúpula peledeísta en su implementación.
La otra falsa premisa es creer que la panacea está en un congreso diverso. De qué serviría esa diversidad, si quienes resulten electos legisladores, lo que tengan como principal motivación sea acceder al barrilito, el cofrecito, las exoneraciones y enriquecerse vendiendo su voto legislativo al mejor postor. Por eso, no es solo la diversidad, sino que sean legisladores íntegros y que tengan el compromiso con una agenda legislativa encaminada a producir las reformas necesarias para garantizar la separación de poderes; la independencia de la justicia, de la Cámara de Cuentas, del Ministerio Público, del órgano electoral; para garantizar los derechos al trabajo, a la seguridad pública, la salud, la seguridad social, educación de calidad y parar el irresponsable endeudamiento público.
En Alianza País, siempre apostamos a la unidad, pero sujetándola a principios y sin desvirtuar los altos propósitos políticos que perseguimos. Fue por esta razón que ante esta compleja coyuntura política, Alianza País decide, en primer lugar, mantener su participación electoral con candidaturas nacionales y con propuestas programáticas propias. Y es que, en el actual cambalache político-electoral, en que las dos facciones del peledé lo han contaminado todo, es más que necesaria la existencia de propuestas alternativas al modelo peledeísta, con visibilidad propia y claramente diferenciadas en el discurso y en las prácticas políticas.
En correspondencia con lo anterior, Alianza País decidió solamente participar en acuerdos puntuales, tanto a nivel provincial como municipal y en torno a candidatos que no tengan lastre de corrupción, que cuenten con el reconocimiento de sus comunidades y que se identifiquen con las propuestas dirigidas a producir el cambio democrático.
De aquí se deriva la no participación en la coalición política de la que forma parte la facción de Leonel Fernández ni concertar acuerdos con ninguno de los partidos que lo asumen como su candidato presidencial.