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La vieja casa de Horacio

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La vieja casa de Horacio

Llegamos a Tamboril. Entramos a la hermosa iglesia; sencilla, pero muy bella. A un lado, en una esquina, pueden verse dos lápidas, antes tapadas por una alfombra, ahora descubiertas.

Hasta hace poco, ni siquiera el cura párroco, el anterior a Ignacio, que solo lleva un año al frente de la parroquia, sabía o recordaba que debajo de la alfombra yacían restos célebres.

Fue al quitar la gruesa carpeta, a instancias de un formidable ciudadano interesado, y amigo, oriundo de Moca, llamado Luis Quezada, que en la iglesia se dieron cuenta de quienes yacían ahí.

A partir de entonces retiraron la alfombra y dejaron la lápida al descubierto.

De la iglesia cruzamos al hermoso parque, muy bien cuidado, donde nos esperaba un grupo prestante de ciudadanos, presididos por el Síndico, Angiolino Germosén, y coordinados por la señora Icelsa Collado.

También estaba presente una delegación del Ministerio de Cultura, invitados por la Fundación Horacio Vásquez, bajo el enlace de la Directora Nacional de Museos, Ana María Conde. Y Pablo Rosario, en representación de la Asociación de Mocanos Residentes en Santo Domingo.

Entramos al Ayuntamiento. El edificio es sólido, de buena perspectiva e imagen; bien cuidado. Subimos al segundo piso a una sala confortable y amplia.

Se dio inicio a la reunión, movidos por un interés común.

Íbamos en representación de la Fundación Horacio Vásquez, acompañados por Colombia Vásquez y José de Moya, con el propósito de constituir el comité de Tamboril para trabajar juntos en la tarea de rescatar del olvido la imagen de Horacio, realzar sus valores, promover la rehabilitación de las estructuras físicas que aún quedan en pie y darles una utilidad social.

La reunión fue fructífera. Notamos gran entusiasmo. Se constituyó el comité de apoyo. Ellos se dan cuenta del beneficio que traería a la comunidad poner de relieve y darle el valor que merece a los símbolos patrios que tienen allí, a Horacio Vásquez y a Doña Trina de Moya de Vásquez.

Al concluir, se decidió visitar la casa en que vivieron sus últimos años y en la que murieron. Horacio lo hizo en 1936 y Trina en 1942. Al no haber tenido hijos, esa residencia fue heredada por doña Toñita de Moya, y luego ella quiso hacer una obra de bien y la entregó a la iglesia para que la administrara, pero con el paso del tiempo quedó olvidada, porque el mantenimiento cuesta.

Nunca antes había estado allí, en esa casa. Escuchaba decir, eso sí, que su estado de abandono era patético.

El día antes del viaje, que fue este sábado, oí expresar al conductor del programa de un canal de noticias, con indignación, al recibir una llamada de un habitante de ese pueblo, que aquello no era una casa sino “una letrina”.

¿Será para tanto?, pensé.

Y si, comprobé que era para tanto y mucho más.

¿Cómo ha podido permitir este país que lo que ha debido ser un monumento nacional permanezca en tan deplorables condiciones? Canibalizada. Mutilada. Convertida en un ratonera.

¿Por qué ha sucedido esto? La respuesta es simple. Es responsabilidad de todos. De la dejadez de los familiares, que somos nosotros; y de la indiferencia y desidia de todos los demás.

Lo importante es que ahora ha surgido la voluntad de poner las cosas como siempre debieron haber estado.

En la vida de Horacio hay dos comunidades relevantes: Moca y Tamboril. En la primera nació, se formó y adquirió sus valores; en la segunda vivió su destierro de varios años y murió.

Imagino, proyectando mis pensamientos al futuro como si fuera en un sueño, la impresión que causará esta casa a la gente de Tamboril y a los visitantes, una vez remodelada, y ambientada en su jardinería, porque unida a su extenso patio se presta a convertirse en un lugar de gran belleza, de mucho atractivo, y el recuerdo más palpable y concreto de la vida de Horacio y Trina.

Ahí podrá tener Tamboril un lugar espléndido, que será orgullo de esa comunidad. Podría utilizarse como icono cultural, con espacios que guarden algunos de los recuerdos que aún se conservan de la pareja presidencial.

En Moca existe el propósito de crear el Museo de Horacio Vásquez para completar la red que empezó con el de Mon Cáceres Vásquez y que ha continuado con el recién inaugurado del 26 de Julio. Ambos unidos a la trayectoria política y patriótica de Horacio.

La Fundación Horacio Vásquez tiene como meta impulsar los planes para realzar su memoria y los valores por los que luchó. Por eso se ha constituido el comité de Tamboril, y se hará lo mismo en Moca, próximamente.

Si pudiéramos contar con el apoyo de las autoridades nacionales, municipales y de la ciudadanía, este acto de justicia podría convertirse en realidad. Esperamos que así ocurra.

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