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El nuevo poder en EE.UU.: ¿Lucha o equilibrio entre tradición, populismo e innovación?

Trumpismo, conservadurismo y Musk, el triángulo que define el futuro político en EE.UU

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El nuevo poder en EE.UU.: ¿Lucha o equilibrio entre tradición, populismo e innovación?
La política estadounidense atraviesa un proceso de reconfiguración marcado por la pugna entre tres fuerzas: los conservadores tradicionales del Partido Republicano, el populismo trumpista del movimiento MAGA y las grandes corporaciones tecnológicas, encabezadas por figuras como Elon Musk. (ELABORACIÓN PROPIA)

Ningún grupo de poder es monolítico; siempre hay matices, facciones y tendencias en constante pugna. Esta premisa cobra especial relevancia en el contexto político actual de Estados Unidos, donde el nuevo grupo de poder se está configurando a partir de tres fuerzas en tensión: los republicanos conservadores tradicionales, los trumpistas del movimiento MAGA y las grandes corporaciones tecnológicas lideradas por figuras como Elon Musk

Estas fuerzas no solo existen de manera aislada, sino que interactúan configurando un nuevo paradigma político y global. Cada una representa no solo visiones contrastantes sobre el futuro de la nación, sino también estrategias divergentes para alcanzarlo.

El desenlace de esta dinámica no solo definirá el rumbo interno del país, sino también su posición en el escenario internacional.

La actual correlación de fuerzas en EE.UU. no surge en el vacío. La visión conservadora contemporánea, moldeada por décadas de evolución, encuentra importantes raíces en el proyecto de Reagan de los años 80, mientras que el populismo trumpista tiene un precursor directo en el Tea Party, un movimiento que surgió en 2009 como reacción al crecimiento del gobierno y las políticas de rescate económico.

Este movimiento también reflejó un temor más amplio al cambio cultural y económico, marcando un punto de inflexión dentro del Partido Republicano al reemplazar figuras moderadas por líderes más alineados con su narrativa confrontacional. El Tea Party sentó las bases emocionales y estratégicas para el rechazo al establishment político, una narrativa que Donald Trump amplificó y reformuló en un discurso populista y nacionalista bajo el lema "America First." (Rachel Blum, 2020)

En contraste con las tensiones internas del Partido Republicano, las grandes corporaciones tecnológicas emergen como un nuevo actor global cuya influencia trasciende las fronteras del estado-nación, redefiniendo no solo el poder económico, sino también las reglas del poder político. En este contexto, las tensiones entre estas fuerzas—tradicionalistas, populistas y tecnológicas—no solo reconfiguran el equilibrio de poder en Estados Unidos, sino que también impactan profundamente su posición en el escenario global.

1. Tradición Conservadora: Resistencia en Tiempos de Cambio

Los conservadores tradicionales son la columna vertebral histórica del Partido Republicano. Comprometidos con los principios de un estado limitado, la desregulación y la defensa de los valores tradicionales, este grupo simboliza la continuidad de un modelo político clásico. Aunque aceptaron a Donald Trump como un líder electoralmente efectivo, han marcado distancia en temas clave, como nominaciones y políticas estatales.

Este grupo busca preservar su influencia asegurando su control sobre las decisiones estratégicas dentro del partido y priorizando la estabilidad fiscal, la previsibilidad en política internacional y el respeto a las normas institucionales. Sin embargo, su legado enfrenta desafíos importantes tanto desde el trumpismo como desde las fuerzas tecnológicas, que están redefiniendo el terreno de juego.

2. Trumpismo: La Disrupción del Establishment

El trumpismo es, sin duda, la tendencia más disruptiva dentro de la política estadounidense. Bajo el lema "America First", este movimiento populista y proteccionista ha reconfigurado la base del Partido Republicano. MAGA (Make America Great Again) apela directamente a sectores rurales, trabajadores blancos y ciudadanos desencantados con el establishment político.

A diferencia de los conservadores tradicionales, los trumpistas abrazan un intervencionismo estratégico que prioriza la manufactura nacional, el comercio protegido y políticas migratorias estrictas. Sin embargo, su enfoque confrontacional y el rechazo a las normas establecidas generan divisiones profundas, incluso dentro del partido. Este movimiento también plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de su modelo en un sistema político que requiere consensos para funcionar.

3. Elon Musk y Silicon Valley: Redefiniendo el Poder Global

El tercer grupo de poder es quizás el más novedoso. Liderados por figuras como Elon Musk, las grandes corporaciones tecnológicas representan un modelo de desregulación extrema que desafía las dinámicas tradicionales del estado. Estas empresas, que dominan sectores como la inteligencia artificial, las comunicaciones y la movilidad, abogan por un mundo globalizado y liderado por la innovación.

Musk, con su visión empresarial y sus posturas políticas heterodoxas, se ha convertido en el símbolo de esta nueva élite económica. Su enfoque, basado en la meritocracia, el individualismo y la libre competencia, desafía tanto al proteccionismo trumpista como a los valores tradicionales del conservadurismo republicano. La creciente influencia de estas empresas excede las fronteras de EE. UU, generando tensiones con Europa, que busca regulaciones más estrictas, y con China, cuyo modelo de innovación está estrechamente controlado y dirigido por el Estado.

Estas tres tendencias no son compatibles entre sí. Los conservadores tradicionales enfrentan al trumpismo en temas como el papel del estado y las relaciones internacionales, una división que, como señala Allan Lichtman, tiene raíces más profundas en la evolución del Partido Republicano (Lichtman, 2017). Por su parte, los trumpistas desconfían de las grandes corporaciones tecnológicas, cuyo modelo globalista contradice su agenda proteccionista. Finalmente, las tecnológicas y los conservadores tradicionales se enfrentan en temas como la regulación y los valores culturales.

Sin embargo, también existen puntos de convergencia. Estas tres fuerzas comparten una desconfianza hacia el globalismo progresista y un deseo de mantener a Estados Unidos como una potencia dominante. Este delicado equilibrio podría ser la clave para evitar que las tensiones internas deriven en una fractura completa.

Una encrucijada histórica

EE. UU enfrenta una elección crucial: reconciliar estas tensiones internas o arriesgar su capacidad de liderazgo global. La clave radica en cómo estas fuerzas puedan encontrar, si no unidad, al menos una cohabitación que no paralice al país.

Como mencioné en mi artículo 'De Obama a Trump: Crisis de Identidad en EE.UU.', la polarización actual no es simplemente ideológica, sino un choque entre visiones de país profundamente opuestas. Esta lucha no solo redefine el equilibrio interno, sino que también afecta el lugar de EE.UU. en el sistema internacional.

Más que el enfrentamiento tradicional entre Republicanos y Demócratas, el verdadero desafío podría surgir de las fracturas internas dentro de este nuevo grupo de poder, que amenazan con debilitar su cohesión y liderazgo, tanto interno como global.

TEMAS -

Nelson Espinal Báez Associate MIT - Harvard Public Disputes Program at Harvard Law School. Presidente Cambridge International Consulting.