Ivanmanía Tovariana
La exposición inmersiva sobre Iván Tovar reafirma que se trata de un superbo artista
Estaba invitado al acto inaugural, pero no asistí. No me sentía bien y le cogí miedo a la escasez de parqueos y al tumulto en la zona colonial. Al otro día escuché elogios sobre su montaje y me di cuenta del fervor que se estaba irradiando sobre el artista. Días después pude colarme con un pequeño grupo en una presentación que se hizo y la experiencia valió la pena.
Me refiero a la exposición inmersiva sobre el pintor Iván Tovar que se proyecta en una gran carpa situada en un lateral de la Plaza España de la ciudad colonial, abierta al público que desee visitarla, con entrada gratuita, cuya exhibición se prolongará por dos meses con los auspicios de la Fundación Tovar y del grupo Rizek.
Un chat que leí de Giovanny Cruz, escritor, actor de teatro, viceministro de Cultura, me conmovió. Dice así: “Anoche el objeto, el concepto, el precepto y el sujeto fue exclusivamente la Cultura. La exposición inmersiva a Iván Tovar resultó ser extraordinaria. Nuestro país se coloca en la gran modernidad conceptual con esta exposición”. Dicho por él, cuya vida es el teatro, los libros, la cultura, hay que dar por cierto lo que expresa.
Tenía en mente esas afirmaciones cuando contemplé la exposición. Y desde luego me satisfizo y me hizo divagar sobre el significado del término.
Estando en eso llegó a mis manos un artículo publicado por Rafael Narbona en el diario El Español de España. Afirma: “Desde que la antropología utilizó el término para designar las costumbres y valores de cualquier grupo humano, ha prosperado la idea de que todo es cultura. Se habla de cultura de empresa, de cultura del deporte, de cultura pop. Los que creemos en la distinción entre alta y baja cultura, asociamos la cultura a la ciencia, la filosofía y el arte. Eso no significa despreciar el arte menor”.
En el mundo el hábito de la lectura se encuentra en etapa menguante. En cambio, elaboraciones como el “Motomami” de Rosalía (cantante española) encantan a la juventud, aunque su letra sea ruin y escasa. En el pasado el “Pónmelo ahí que te lo voy a partir” encandiló a la alta sociedad. Ya casi nadie, o sea muy pocos, piensan en filosofía y mucho menos en poesía. Tampoco en artes plásticas, con excepciones bien contadas. Y se nota a leguas en el habla, en la expresión, en la escritura, en la lectura, pletóricas de formas decadentes y reduccionistas.
Después de contemplar la exposición inmersiva sobre Iván Tovar lo primero que vino a mi mente fue reafirmarme en el criterio de que se trata de un superbo artista, un gran pintor con raíces profundas hincadas en el surrealismo. Uno de los grandes de nuestro arte, cimiento de nuestro orgullo.
Lo segundo que asomó, casi simultáneamente, fue caer en cuenta y preguntarme si el montaje de la obra, con la avanzada tecnología digital de imágenes y sonido empleada (modernidad conceptual), también es arte por sí mismo. Es indudable que las imágenes en movimiento con perspectivas parciales y totales de la producción del artista transforma su visión, la coloca en perspectiva distinta. No sé si la enriquece o no, pero sí que la modifica.
En mi cerebro se arremolinaron las ideas y fluyeron en visión circular. Me asaltó la pregunta de si lo que contemplé, vi y que tan buena impresión me causó, es “objeto, concepto, precepto, sujeto, es decir cultura”, como afirma Giovanny, o en cambio se trata, más que nada, de recreación, espectáculo, que tienta los sentidos con latigazos fosforescentes alucinantes.
No lo sé. Temo que las centellas fulgurantes que salen de los proyectores empequeñezcan la propia creación inerte, fija del pintor, carente del movimiento que imprimen los reflectores y de los vaivenes electrizantes marcados por la combinación de formas y colores lumínicos.
En el fondo, cada obra, cada pintura, tiene su propio movimiento interno que se contrapone con la rigidez del cuadro enmarcado. Al contemplarla, el sentimiento que surge, el suspiro que induce, la estimulación cognitiva que provoca es la expresión de lo que llamamos arte. El sedimento que deja y se acumula es lo que nombramos cultura.
¡Qué extraordinario sería reunir las obras en físico de Iván Tovar y exhibirlas en exposiciones itinerantes para que se aprecie su trazo, color, profundidad y el latir de su intelecto! Mientras, es edificante asistir al espectáculo de su obra en movimiento gracias al talento de muchos, al avance de la tecnología y al apoyo financiero de pocos.