Ciudad sin parqueos, ciudad caótica
La elefantiasis urbana
Los habitantes de Santo Domingo vivimos en el desorden desde hace años, y no tan solo por la turbamulta del fin de semana en la Zona Colonial. Culpables somos todos, políticos y ciudadanos. Unos más que otros, claro está. Desde el ayuntamiento que se hace de la vista gorda hasta el indiferente que contribuye a la desaprensión colectiva. Porque son los ciudadanos quienes provocan el caos con su comportamiento.
No respetamos las leyes de la vida en sociedad pero porfiamos por disfrutar nuestros derechos sin aceptar que estos terminan donde comienzan los del otro. ¿Cómo es posible que esta ciudad no tenga parqueos en las plazas comerciales? ¿Que los edificios carezcan de espacio para los vehículos de los visitantes o para los dueños de apartamentos? Tampoco los colegios, y es la razón de que se recojan o dejen a los críos en plena calle.
Fruto de ese desorden, nos aparcamos a ambos lados de las vías sin importar el entorpecimiento del tránsito que así se provoca. Si no se pone un freno a la expansión urbana desorganizada y a la falta de parqueos, será imposible vivir como todos queremos. Toca a las autoridades cambiar las regulaciones sobre la cantidad de parqueos en comercios y torres residenciales. En un país donde el ciudadano debe otorgar prioridad a la adquisición de un vehículo porque no hay transporte público, es obvio que se necesitan más estacionamientos.