La vacuna de Paliza
La estrategia del PRM frente a las luchas internas
El presidente del Partido Revolucionario Moderno reveló que, en la primera reunión de la máxima instancia de dirección de esa organización a celebrarse a inicios del próximo año, presentará un proyecto de resolución para frenar todas las aspiraciones internas a nivel nacional. Lo hizo al participar en el matutino Hoy Mismo, respondiendo a una pregunta del compañero Dany Alcántara sobre si su partido se administraría algún tipo de "vacuna" en forma de normativa para controlar el proceso interno. Reivindicaba que, si bien existen derechos consagrados en la Constitución como los de libre asociación y reunión, prevalecen también legislaciones y normativas internas del partido que limitan los tiempo y formas de las campañas.
Es evidente que esa posición responde a lo que comienza a observarse en la lucha interna por el relevo del veintiocho: una competencia que apunta a desmadrarse, desproporcionada en números, con aspiraciones que parecen más un chiste que proyectos con recorrido, con protagonistas que aparentemente perdieron el juicio con el ejercicio del poder y con la aparición de broncas internas que amenazan con mutar de políticas a personales.
Los sucesos en torno a la alcaldía de La Vega y otros episodios menos conocidos por la opinión pública preocupan a un sector de la dirigencia perremeísta, pues se trata de una película repetida que se presentó tan recientemente como en el diecinueve. Con resultados conocidos.
Tantos años en el gobierno ensoberbecieron a la dirigencia del Partido de la Liberación Dominicana, al punto que se pensaban imbatibles sin importar lo que hicieran. Vieron a sus adversarios tan pequeños e inofensivos para su prolongación en el poder que se dedicaron a guerrear entre ellos, llevando sus conflictos al plano personal. Al punto que todavía una parte de los morados y verdes prefieren quedarse tuertos si el otro queda ciego.
Para las navidades del dieciséis era imposible proyectar que cuatro años y algunos meses después de arrasar en unas elecciones, Danilo Medina, sus familiares y sus más cercanos colaboradores estarían sufriendo una implacable persecución judicial con un insoportable tufo a venganza política. Sin embargo el expresidente ha pagado como nadie las consecuencias que derivaron de esa división, resultado del desafortunado manejo del proceso de transición de liderazgo político-electoral a lo interno del peledé.
A partir de esas experiencias y otras similares del pasado perredeísta, el presidente Abinader debería ser el más interesado en que el proceso del perreme se conduzca de forma adecuada y el resultado permita que su máxima dirigencia acuda unida a las elecciones. Sin que se produzcan escisiones que actores del entorno esperan como aves carroñeras para intentar salir del estropicio al que condujeron siglas otrora gloriosas.
Luis Abinader debe saber que montarse en el tigre es fácil, lo difícil es desmontarse. Por eso además de apoyar con su liderazgo la vacuna que propone Paliza, también debe hacer uso de otras herramientas de las que dispone, como los decretos.
Porque así como las inmunizaciones evitan contagios y una buena reprimenda previene futuras malacrianzas, algunas destituciones podrían contribuir a restaurar la razón y evitar dificultades mayores.