Ideas de Gobierno: propuestas en revoltillo (1)
Propuestas audaces para una nueva estructura gubernamental en RD
Las ideas pueblan y obnubilan. Se apropian de terrenos ajenos tantas veces, y en otras se encaraman y vuelan como uno cualquiera de los deslumbrantes malabaristas del Cirque du Soleil. Las ideas deslumbran. Unen visiones y posibilidades o esgrimen armas para levantar pareceres, verificar, enjuiciar o sacudir dilemas. Encadenan, impulsan, remojan, proponen. Es una de las ventajas de la democracia menos reseñada. El ciudadano, sin clasificar, puede sugerir, afirmar, reprobar, reprender, insinuar, propugnar, sin que se le señale como desafecto o precipitoso, o sin que los "aparatos", tan poderosos y avivados en determinados regímenes autoritarios, los cerquen por considerar al proponente como un cernícalo que crispa a las cúpulas y comete el pecado de pensar. Puede que también en las democracias, sin dañarle, nunca le hagan caso.
Pero, se piensa. Y las ideas llegan. Y algunos, como el escribano de esta página de viernes, va más lejos y apunta. Va anotando propuestas en revoltillo, sin orden alguno, que en algún momento, o tal vez nunca, pondrá en movimiento y hará públicas. Es el caso. En los últimos años, he ido apostillando ideas sueltas para mejorar la dinámica de los gobiernos, de cualquier gobierno, contemplando la posibilidad de que, tal vez, merezcan alguna consideración, a menos que se nos demuestre que se trata de ideas osadas, inefectivas y contrarias a horizontes prefijados. Son las mías y las expongo. No tengo que someterme a ningún escrutinio y tal vez sólo espero oídos sordos, que la sordera es una rémora acuosa y necia que predomina en los estratos de eso que llaman gobernanza, en cualquier latitud y tiempo. Las propongo simplemente.
Si deseamos estructurar cambios reales en eso que se ha denominado por tantos siglos la "cosa pública", pienso que hay que reformular el Estado, dar giros de muchos grados en la forma de dirigir, desestimar instancias ya agotadas, modificar entuertos y crear nuevos esquemas, acorde con las imperiosas necesidades de los signos de los tiempos. Digamos, por ejemplo, ministerios a ser modificados en su esencia y propósitos.
A) El de la Mujer, para convertirlo en Ministerio de Protección a la Mujer, Niñez y Adolescencia. No un ramo, sino tres que se entrelazan. Requiere de especialistas, mejor tecnificación, estrategas conocedores de estos tres cuerpos de atención urgente, asediados a diario por tratamientos inadecuados que afectan al cuerpo social.
B) Ministerio de Ultramar. En una sociedad que se beneficia tanto de las remesas de la diáspora, urge un organismo que atienda las demandas de esa población en exilio económico y organice, de manera formal, sus aspiraciones y desvelos.
C) Ministerio de Migración y Asuntos Fronterizos. El tema hace rato que da para más. Hay que establecer políticas claras de migración, en un mundo revuelto donde los malos gobiernos, los ultrajes a los derechos humanos y la desesperación que surge de la falta de vías de acceso a la prosperidad, provoca olas migratorias cada vez más populosas. Ya no es sólo el dilema haitiano, que sí, que es el principal, es un tema mayor que irá generando cada vez más arribos de migrantes de distintas naciones. De hecho, ya existe. La frontera por demás, no necesita explicación. Por más vueltas que le den a la paila, Haití seguirá siendo tierra inviable para la democracia. Y eso genera desajustes, por más que lo disfracen.
D) Ministerio de Juventud y Deportes. Es una fusión necesaria y urgente. La juventud es la fuente de la práctica deportiva. Pero, también es algo más. Hay que crear programas de empleo para jóvenes entre 18 y 25 años de edad. Incentivar la creatividad. Impulsar las artes, las ciencias, los valores de comunión social. Bajar el porcentaje de los ni-ni, integrándolos al registro del sistema educativo, con orientaciones concretas de comportamiento social y elevación humana. Y el deporte, convertirse en un eslabón más maduro y fortificado para crear estamentos atléticos de alto nivel.
E) Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones. Ministerio de Educación Superior. Ministerio de Ciencias y Tecnología. El actual MESCYT debe cubrir una sola misión y ser más efectivo con las entidades universitarias que descuidan elementos básicos para instituciones de su tipo. En consecuencia, debe desarticular sus actuales prerrogativas, para que la ciencia y la tecnología tengan sus propios medios de impulso y arraigamiento en la sociedad. La ciencia debe ser encauzada por medios propios. Creo que no hay que explicar mucho por qué la educación y práctica científica exige un tratamiento particular. Desde otro ángulo, urge que las tecnologías de la información y de las comunicaciones, en tiempos ya de Inteligencia Artificial y otros agregados, tengan su propio nivel de relevancia y consolidación, para una sociedad que debe adscribirse a esta realidad cuanto antes. Los "cerebritos" en potencia o ya formados deben tener su propio estamento.
F) Ministerio de Bienestar Social. Todas esas entidades que buscan, teóricamente, facilitar beneficios sociales a sectores de escasos recursos y a poblaciones vulnerables, deben reunirse en un solo ente de alto nivel y dar prioridad en los planes de gobierno a este particular aspecto de mejoría social que, a su vez, es un coadyuvante imprescindible en la paz y la estabilidad nacional. Desde planes sociales hasta comedores económicos, ampliando sus espacios hacia objetivos de valor mejores fundamentados que todas esas rebujinas populistas.
G) Ministerio de Obras Públicas. Eliminarle el viejo agregado de "comunicaciones" y adherirle los atributos propios de su concepción: todo cuanto construya el gobierno. ¿Obras Públicas es sólo carreteras? ¿Por qué no va todo en un mismo saco? Lo que debe evaluarse es la división de ese instrumento vital de cualquier gobierno en las distintas áreas que les deben corresponder.
H) Al Ministerio de Vivienda se le ve rehabilitando estadios deportivos o "construyendo" otras cosas que no parecen de su incumbencia. Para construir lo que sea, solo Obras Públicas. Los gobiernos ya no levantan barrios ni viviendas para personas de escasos recursos o de clase media. Eso se hizo cuando Balaguer, hablemos claro. El intento de Jorge Blanco con aquel Invivienda que se abandonó antes de llegar a medio camino y las ruinas se convirtieron en moradas de indigentes, o la Ciudad Juan Bosch, un proyecto bien delineado que ha terminado siendo refugio de migrantes tormentosos, obliga a una reconfiguración de este panorama domiciliar. Vivienda y Edificaciones, pero especificar esas edificaciones. Las que eran propias del INVI y las que correspondan a las de cualquier otra entidad estatal o semiestatal de su género. Pero, sobre todo, que la política de este departamento sea la del desarrollo de políticas de vivienda para las clases pobre y media, con o sin fideicomiso. Ese y solo ese debe ser su norte.
I) Ministerio de Cultura. Sería un desatino que atenta contra los valores sociales y espirituales que impulsa la vía cultural, que este organismo sea desmantelado. Lo que urge allí es una reingeniería a fondo, con el respaldo de organismos similares de la región que tienen prestigio continental, como México, Colombia o Chile. Esta labor requiere una fusión temporal a uno de dos organismos, el Ministerio de la Presidencia, como en Argentina, o el Ministerio de Educación, como en España, para solo citar dos ejemplos. Al MINC hay que restituirle una de sus principales funciones, la de salvaguardar el patrimonio nacional, en gran parte traspasado silenciosamente al Ministerio de Turismo desde el gobierno pasado, y otorgarle los recursos adecuados. Una vez se redefinan sus metas y se replantee su dinámica de funcionamiento, se debe considerar su necesaria prioridad en el ordenamiento de los objetivos de gobierno y, en especial, su transversalidad con los principales entes gubernativos, un aspecto que los teóricos machacan pero que nunca se concreta nada en ese sentido. Integrarlo a Educación podría ser una medida adecuada por el aspecto presupuestario, pero debe ser una unificación temporal, hasta que se eliminen sus grisuras y se alimente su fortaleza. Hay un ejemplo: la dictadura de Pinochet cerró toda la vida cultural de Chile, aduciendo que por ahí se incubaban ideas izquierdistas. Cuando ascendió Patricio Aylwin a la presidencia, en 1990, antes de reabrir ese ministerio ordenó una profilaxis previa y una evaluación caso por caso de las instituciones culturales. Sólo cuando estuvo listo lo que solicitara, partiendo de su infraestructura, se reabrió el ente cultural. Una privatización de la cultura podría estar en crecimiento. Ojo al cristo.
J) Ministerio de Administración Pública. Un organismo innecesario y mal concebido. Salvo el Ministerio de la Presidencia, que, objetivamente, aunque no esté patentado en ninguna ley, es, o debiera ser, una especie de ministerio conductor y supervisor, y su incumbente un primer ministro de hecho, ningún otro ministerio debe ser manejador de sus iguales, ni poseer atribuciones de evaluación. Hay un error en la concepción y objetivos de ese ministerio que lo mismo cambia los nombres de los viceministerios ajenos, como indica lo que es y lo que no es válido. Alguna vez entré yo en disputa con un titular de ese ministerio que, mensualmente, publicaba las mejores acciones de los ministerios colegas, con sus respectivos porcentajes de valoración. Obviamente, el de Administración Pública siempre estaba en esa lista en los primeros lugares. Juzgaba a los demás, que era impropio, y se juzgaba a sí mismo, que no era ético. Debiera repensarse ese súper ministerio, y convertirlo en un Instituto Nacional de Administración Pública, como en España y México. Examina, plantea modificaciones, hace relucir las buenas prácticas como organismo supervisor y de orientación, sin calidad para modificar, que debiera ser exclusiva competencia del Presidente de la República.
Mis anotaciones son más extensas y, de ser posible, continuaré exponiéndolas el próximo viernes. Urgen estos debates de cambio, porque se trata de la sobrevivencia misma del Estado y el reordenamiento de las entidades que conforman su quehacer y consolidan el sistema democrático.