¿Existió una tercera fase del 30 de mayo?
Los héroes del 30 de mayo continuaron adelante a pesar del escepticismo y los riesgos que enfrentaban
Todo aquel familiarizado con las interioridades de la conspiración del 30 de mayo, es consciente de que el plan tiranicida fue concebido en dos fases. La primera consistía en eliminar físicamente a Trujillo, mientras que en la segunda se intentaría un golpe de Estado.
La noche del 30 de mayo de 1961 la primera fase del complot fue exitosa, mas no ocurrió así con la segunda parte del mismo. ¿Qué ocurrió? Una serie de contingencias cambiaron el curso de los acontecimientos y la segunda fase ni siquiera pudo comenzar. Ese inesperado golpe del azar causó gran desconcierto entre los miembros del "grupo de acción", y también en algunos del "grupo político".
Algunas personas me han cuestionado acerca de si en algún momento los conjurados consideraron una tercera vía en caso de que fracasara una de las fases del plan. Lamentablemente no existió un plan "B", pues soy de opinión de que, si alguno hubiese considerado otras opciones (además del tiranicidio y del golpe de Estado), tal vez no se habría involucrado en un proyecto de tanta envergadura.
Los héroes siempre fueron conscientes de que, al complotar contra Trujillo, arriesgaban sus vidas y también las de sus familiares más cercanos. Sin embargo, esa posibilidad en modo alguno los arredró ante los posibles peligros a los que se exponían, pese a que algunos de sus relacionados veían la segunda fase de la conspiración con no poco escepticismo.
Sobre este particular, se dice cuando Luis Amiama Tió le explicó a Marino Cáceres algunos pormenores del complot, este le respondió: "Ay, Luis, yo no creo que el golpe de Estado y todas las cosas que implica salgan bien, es muy complejo y difícil lo que me dices que van a hacer,..."
A pesar de ese vaticinio, los héroes continuaron adelante con el proyecto tiranicida, pues algunos de ellos, sobre todo los del grupo de Moca, creían que, al igual como aconteció en 1899 tras el ajusticiamiento de Lilís, una vez trascendiera la noticia de la muerte de Trujillo, una indetenible avalancha popular desencadenaría el derrocamiento de la maquinaria dictatorial.
Apena sobremanera comprobar que los héroes no contemplaron una tercera opción para protegerse de cualquier eventualidad adversa; y prueba de ello es que, ya con el cadáver de Trujillo en la residencia del general Juan Tomás Díaz, todavía creían que tan pronto fuera contactado el general José René Román Fernández, entonces secretario de las Fuerzas Armadas, la segunda fase fluiría como se había planificado.
Pero se sabe que Pupo Román no pudo ser localizado, sea porque nada sabía de cuanto sucedió esa noche o porque la persona responsable de mantenerlo informado sobre las actividades conspirativas, no se comunicó con él a tiempo para advertirle en torno a cuanto podía suceder esa noche.
Así las cosas, al despuntar la madrugada del miércoles 31, ya los hombres de la avenida estaban siendo buscados por los caliés del SIM, de suerte tal que tuvieron que dispersarse y cada uno por su lado buscó refugio en lugares diferentes. En este punto es importante subrayar que la representación diplomática norteamericana en el país cruzó los brazos ante el hecho consumado, y adoptó una posición de simple espectador de los acontecimientos.
Luis Amiama Tió, del grupo político, y Antonio Imbert Barrera, del grupo de acción, lograron salvar la vida. Continuaremos con el tema...