La segunda fase del 30 de Mayo (y 2)
La segunda fase del plan para derrocar a Trujillo el 30 de mayo de 1961 no se llevó a cabo debido a varias contingencias imprevistas
Es sabido que la segunda fase del 30 de mayo, que era responsabilidad del grupo político y del subgrupo militar de la conjura, ni siquiera pudo aplicarse debido a factores imprevistos que, fruto del azar, alteraron el curso de los acontecimientos después de ajusticiado Trujillo. A continuación, enumero algunas de esas contingencias:
La emboscada a Trujillo fue planificada para un miércoles; pero inesperadamente ocurrió el martes 30 de mayo de 1961. Esa imprevista circunstancia provocó que de los nueve hombres asignados al "grupo de acción", solo siete hombres pudieron participar en la emboscada final al sátrapa. Tres importantes miembros de este grupo, que vivían en Moca y La Vega, ni siquiera se enteraron de que esa noche se atacaría a Trujillo.
El general José René Román Fernández (Pupo), quien sería una persona clave durante la segunda fase de la conspiración, tampoco supo que ese martes 30 de mayo se produciría el atentado contra El Jefe. Descansaba plácidamente en su hogar cuando, sorpresivamente, el general Arturo Espaillat lo despertó para informarle que Trujillo había sido víctima de un atentado. Esa noche, tras fallidos intentos, los responsables de contactar a Pupo no pudieron localizarlo.
Durante el ataque al dictador, Zacarías de la Cruz, chofer de Trujillo, recibió varios impactos de balas, pero antes de terminar la refriega se ocultó en los matorrales del entorno y perdió -o fingió perder- el conocimiento. Poco después, desde la vieja carretera que conducía a San Cristóbal, Zacarías consiguió un carro público que lo transportó al hospital militar Marión. Desde allí se informó a la familia Trujillo y a los organismos de seguridad que Trujillo había sido objeto de un atentado.
Los organismos de seguridad recibieron la información casi al mismo tiempo en que los conjurados llegaban a la casa de Juan Tomás Díaz, con el cadáver de Trujillo en el maletero de uno de los vehículos. Antes de la media noche, miembros del ejército y del servicio de inteligencia se encontraban en el lugar del tiranicidio adonde encontraron una pistola calibre 45, que inadvertidamente se le cayó a Antonio de la Maza. En poco tiempo fue identificado el propietario de esa pistola: el general Juan Tomás Díaz.
El carro de Trujillo, que los conjurados tenían previsto esconder, quedó abandonado en el lugar de los hechos y en su interior los agentes del SIM encontraron rastros de sangre, la prótesis dental del tirano y su quepis militar.
El carro Mercury, propiedad de Salvador Estrella Sadhalá, que esa noche conducía Roberto Pastoriza, presentó problemas con el encendido y, apremiados por la celeridad con que actuaron -ya muerto Trujillo-, quedó rezagado próximo a donde tuvo lugar el tiranicidio. Poco tiempo le tomó al SIM identificar al propietario de ese vehículo, cuya residencia fue requisada esa misma noche.
Pedro Livio Cedeño resultó gravemente herido por uno de sus compañeros, razón por la que resolvieron trasladarlo a la clínica Internacional, en donde pasada la media noche fue ubicado por agentes del SIM. Tras ser torturado e interrogado obtuvieron la información de que durante esa noche él había visitado la casa de Juan Tomás Díaz.
Como puede constatarse, la segunda fase del 30 de mayo nunca pudo comenzar debido a que, en cuestión de horas, los planes originalmente concebidos por los conjurados simplemente se esfumaron sin que ninguno de ellos pudiera comprender y explicarse las verdaderas causas de ese fallo.