Todo apunta a que Abinader irá pese a obstáculos en la ruta
La ofensiva del presidente por continuar en la cúspide deberá incluir la defensa de un gobierno de luces y sombras
Aunque pocos días atrás el presidente Luis Abinader hablaba aún de indecisión, todo apunta a que será el candidato del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y sus reflexiones más bien se orientan sobre un anuncio reeleccionista impactante y el montaje de una campaña electoral exitosa. De que va, va; y de no hacerlo, el 16 de agosto del 2024 habría un inquilino de la oposición en el Palacio Nacional.
Que sea puntero en todas las encuestas a menos de un año de las elecciones generales no allana la sinuosidad en la ruta hacia la permanencia en el poder. A lo largo hay serios obstáculos que no escaparán a sus reflexiones: la reelección transitará primero por unas elecciones municipales y legislativas que influirán en los resultados de mayo. Las circunstancias difieren de las del 2020; hay simpatías que se han esfumado y disgusto por las vacilaciones en cuestiones de fondo para una clase media hambrienta de cambios, a lo que se suman debilidades evidentes. La ofensiva del presidente por continuar en la cúspide deberá incluir la defensa de un gobierno de luces y sombras, magullado por un proceso inflacionario que ha afectado al grueso de los votantes.
A su favor, la hendidura de la oposición en candidaturas —Leonel Fernández y Abel Martínez—, de igual génesis política y sin embargo en competencia. Detrás, el expresidente Danilo Medina, forzado a mantenerse como político en plena forma no obstante su salud mermada y el fardo pesado de hermanos acusados de corrupción. Sin embargo y por ahora, solo él tiene la fórmula contra la fragmentación de los rivales de Abinader.
El presidente ha logrado consolidar la imagen de un político personalmente comprometido con exigencias éticas, cercano, carismático pese a pronósticos adversos, esforzado, tolerante y un digno representante del país en los foros internacionales y ante la peligrosa coyuntura haitiana. Difícil no sucumbir ante el convencimiento que surge en sus argumentaciones públicas y privadas y la certeza de que le animan propósitos sociopolíticos válidos.
Quiérase o no, las falencias están ahí después de tres años de residencia en el Palacio Nacional. En las cuatro áreas de interés para los votantes hay sombras: educación, salud, seguridad y bienestar económico. Son esos los talones de Aquiles a donde se dirigirán los dardos, flechas y lanzas de la oposición. Es una vulnerabilidad que de seguro preocupa tanto a Abinader como a su gabinete y asesores internacionales y locales. Que el presidente está solo y por eso tiene que trabajar demasiado, que sus ministros y colaboradores son flojos salvo contadas excepciones, que en su partido hay quienes apuestan al fracaso, que la transmisión en el carro gubernamental no coge cambios excepto reversa y que la ineptitud reina, son percepciones que de tanto rodar han tomado forma en la mentalidad popular.
A una alegada abulia del entorno presidencial y miñones se atribuyen un real o exagerado deterioro de los servicios, la sobrecarga burocrática en cualquier trato con el Estado, la lentitud en la toma de las decisiones y cierta timidez en arremeter de lleno contra problemas de salientes pronunciados. Paradójicamente, esas nubes planean con signo ominoso sobre la inminente campaña electoral no obstante la impresionante popularidad del presidente Abinader y la admiración que despiertan su honradez y dedicación. Es una paradoja a la que la oposición buscará extraer provecho mientras que el mandatario en reelección tratará de que cuente solo el lado positivo y de que el trajín electoral no lo distraiga de la obligación de gobernar bien que contrajo con todos los dominicanos.
El discurso oficialista ha fallado en disipar las percepciones negativas. Ha habido mejoría, apuntalada con cifras, en la seguridad ciudadana y la policía acusa cambios en relativamente poco tiempo. En la vicepresidente, Abinader ha encontrado una socia confiable y diestra. Manos experimentadas han dirigido la política exterior y logrado protagonismo internacional en la solución a la crisis haitiana. Mal que bien, los programas de protección social caminan y hay planes en marcha para fortalecer estructuras básicas como puertos, carreteras y provisión de energía eléctrica. La corrupción amaina y los procedimientos de compras y contrataciones, pese al engorro en demasía, marcan diferencia. ¿Crisis sanitarias como la pandemia y brotes virales? Resueltas con prontitud. Morigerados los efectos desastrosos de la inflación y de la guerra en Ucrania con una política macroeconómica adecuada, apretando y soltando los tipos de interés con tino.
La suerte está echada. La carrera electoral apenas inicia y Abinader arranca con ventaja hacia la victoria en primera vuelta como meta, probabilidad a la que se apuntan algunos analistas y observadores políticos independientes. Otra lectura sobrevendrá si la oposición se une y obtiene resultados favorables en el primero de los dos encuentros con fechas ya en el calendario electoral. ¿Una segunda vuelta? Terreno ignoto.
El discurso oficialista ha fallado en disipar las percepciones negativas. Ha habido mejoría, apuntalada con cifras, en la seguridad ciudadana y la policía acusa cambios en relativamente poco tiempo.
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