Un discurso esperanzador

El discurso pronunciado anoche por el presidente Luis Abinader fue el resultado de una dolorosa lección aprendida, de un lacerante realismo y un renovado impulso a la esperanza.

El Presidente bajó la cabeza ante el pueblo luego de escuchar su reclamo, pero señaló con valentía la profundidad de la crisis que recibió, el escaso tiempo que tiene en el poder para que pueda apreciarse la profundidad de las medidas que se han ido tomando, y enfrentó el futuro con planes específicos que incluyen medidas de alivio inmediato para los más pobres y la discusión de una reforma fiscal y del Pacto Eléctrico previstos en la Estrategia Nacional de Desarrollo, para sentar las bases al despegue definitivo del país luego de la pandemia.

El pueblo esperaba que fuera duro con las administraciones anteriores, pero que no se quedara ahí, pues con lamentos no se va al Cielo. La gente quería escuchar el mensaje de esperanza y lo oyó de la propia voz del Presidente. Recabó el apoyo de la gran empresa y lo logró; reconoció la inoportunidad de los nuevos impuestos y los eliminó del Presupuesto y demostró que nuestra democracia ha dado un cambio fundamental en beneficio del diálogo, la concertación y la participación de todos en la toma de decisiones del Estado.

Nunca un gobierno había enfrentado un acumulo de crisis como el de Luis Abinader, crisis económica, crisis de salud que ha obligado a paralizar literalmente a los sectores productivos, crisis en las recaudaciones y una crisis moral por el efecto del confinamiento.

Por eso, hay que darle una oportunidad a un Presidente que escucha y resuelve. Se lo merece.

Adriano Miguel Tejada