Profesores
La decisión/petición presidencial es contundente: los alumnos del programa de docentes de excelencia que se han graduado pero no tienen el título físico todavía, serán admitidos en el proceso para cubrir 19,000 plazas de docentes que lleva a cabo el Minerd.
Lo contrario, excluir a estos estudiantes de los programas más exigentes (que además hemos costeado todos con nuestros impuestos, pues son becados), no tenía ninguna lógica. Despreciaba los enormes esfuerzos hechos por entidades públicas y privadas para mejorar la calidad profesional de los docentes.
El concurso ha ido mal y se ha hecho tarde. A menos de una semana de comenzar el curso, las pruebas no han fluido, la ADP dice una cosa y por si acaso se desdice enseguida, el Ministerio de Educación niega los hechos. Muchos planteles no parecen estar listos, nadie sabe cuántos profesores se han vacunado (no hay manera de obtener ese dato) y en algunos centros se arranca el curso con dificultades logísticas y materiales.
En el caso de la educación, ver el vaso medio lleno cuando está medio vacío tiene consecuencias muy negativas... para otros. Y esos otros son los estudiantes y por lo tanto el futuro del país.
¿Hacía falta dinero? Sí, y se logró el 4%. ¿Hacía falta elevar el nivel de los estudiantes de la carrera docente? Sí, por eso se creó el programa de excelencia que se ha intentado boicotear casi, solo casi, con éxito.
¿Hace falta replantear la ADP? Sí, y eso es complicado. Al menos tres de los últimos ministros de Educación tenían aspiraciones presidenciales. Manejan el 4%, cuentan con cerca de cien mil empleados y una estructura nacional. Muy difícil que desde el ministerio planteen cambios que el sindicato de profesores rechace.