La tragedia que desnuda PISA
El informe PISA vuelve a mostrar las desnudeces del sistema educativo dominicano y a pocos parece importarle porque pocos aquilatan la importancia de una educación de calidad para el logro de las metas personales y nacionales.
En verdad, siempre hemos estado mal en educación. Nuestra tasa de analfabetismo ha sido tradicionalmente muy alta y nunca hemos tenido profesores doctos con títulos rimbombantes, aunque a los de antes los apreciamos y valoramos aunque eran prácticamente todos solo bachilleres. Apreciábamos su devoción por los alumnos y su vocación para enseñar.
Pero llegó la política a las escuelas, florecieron los colegios privados, cambió la sociedad y se dividió en clases casi antagónicas (antes, pobres y ricos íbamos a la misma escuela y nos sentábamos uno al lado del otro) y la educación también se dividió en clases sociales.
La forma de criar a los hijos cambió bastante también. Se nos olvidó el proverbio chino de que para educar a un niño se necesita toda una comunidad. Por eso, antes, el coscorrón de la maestra era replicado por el padre en el hogar y eso no mató a nadie. Había un sistema de consecuencias.
Digo esto porque es muy fácil atribuir culpas sin analizar los contextos en que se da el fenómeno educativo. Es evidente que de lo que pasa hoy tienen la culpa la clase política, los ministros de Educación, la sorda Asociación Dominicana de Profesores, los padres displicentes y la nueva perspectiva que tiene el estudiante sobre qué le ayuda más en su vida futura, entre otras causas.
La tragedia que desnuda PISA, es culpa de todos.