El año (casi) perdido
La Iniciativa Dominicana por una Educación de Calidad (IDEC) presentó ayer su informe anual, analizando lo ocurrido en 2020 en el sector educativo. Como la serie comenzó en 2012, sus publicaciones permiten un buen seguimiento a una década decisiva.
La pandemia dislocó la educación no solo en República Dominicana. En todo el mundo las carencias en el aprendizaje preocupan por los efectos, para el futuro de esta generación, de dos cursos escolares mal llevados.
Aquí seguimos con un déficit importante: más de 400,000 niños y adolescentes de entre 3 y 17 años están fuera de las aulas. Ocho años sin imprimir libros de texto con el nuevo currículo de primaria es un bache inexcusable (y con el 4%). Secundaria ni siquiera tiene nuevo currículo aprobado... Suspender las pruebas nacionales o las internacionales como PISA y la ICCS (que evalúa la educación cívica y ciudadana de los alumnos) es otro problema.
Explica Radhamés Mejía la importancia de estas evaluaciones para poder monitorear la evolución del sector desde que se firmó el Pacto Educativo por una educación de calidad. Sin monitoreo no hay posibilidad de corregir errores o estimular los aciertos.
Más importante: si la educación dominicana no se despolitiza... no hay esperanza. Pretender rebajar el nivel de los aspirantes a la carrera docente, como proponen algunas universidades, es sencillamente descorazonador. Inaceptable. Y otro dato que no conforta: solo 27 países de 210 mantenían las aulas cerradas a finales de 2020. República Dominicana es uno de ellos.
IDEC propone retomar el espíritu con el que se firmó el pacto en 2014. Las circunstancias lo ameritan. (Ya íbamos mal antes del Covid y hemos perdido otro año.)