Bienvenido, Uber

El único transporte público es el metro. El “transporte público” de conchos o voladoras es transporte colectivo. Privado, muy privado. Son empresas cuyos propietarios (que se hacen llamar sindicalistas porque es bueno para el negocio) cobran el servicio a los pasajeros y cobran el alquiler de las rutas y el derecho a trabajar a los choferes.

Como en teoría nuestro sistema económico defiende la libre competencia, sería lógico pensar que la llegada de otra opción de transporte debe ser observada con interés. Las mafias que resuelven a batazos sus diferencias no son la competencia de Uber, esa aplicación que permite disponer de taxi a través del móvil y que se paga con tarjeta. Ha triunfado en muchas ciudades y provocado fuertes controversias en otras.

En Santo Domingo la competencia de Uber no son los carros de concho, sino los taxis, que de hecho aquí están organizados de una manera muy similar. Usted llama por teléfono a su compañía de siempre; para una carrera con Uber lo hará a través de una aplicación en su móvil y pagará con tarjeta.

El escenario se complica cuando se advierte que algunos sindicalistas, viendo que el metro les ha vaciado rutas, han montado ya su compañía de taxis... que tendrán que competir con Uber.

No hay que dudar que las doce instituciones oficiales que regulan el transporte tratarán de opinar. Si el objetivo es la libre competencia en beneficio del consumidor, el escenario será uno. Si la idea es contentar a los sindicalistas para que no molesten durante la campaña... el escenario será otro.

IAizpun@diariolibre.com

Inés Aizpún