Las ciudades cambian
Reflexión sobre el futuro de Santo Domingo
Las ciudades nacen, crecen, se reproducen y algunas veces mueren. Unas por abandono, otras de éxito. Y quizá eso es lo que estamos experimentando.
Los urbanistas y planificadores, obviamente, han perdido su "batalla" con desarrolladores y políticos. Los permisos de uso de suelo sorprenden a comunidades vecinales ya establecidas que ven como en una zona residencial se monta una plaza comercial, un colegio o una iglesia que estresarán con ruido y tráfico la tranquilidad por la que invirtieron. ¿Dónde vivir sin amenaza?
Somos como vivimos y es por ahí donde las autoridades deberían repensar su función. No regulan adecuadamente esos permisos pero vuelcan sus esfuerzos en organizar actividades que antes la población hacía por iniciativa propia y para las que tenía que pedir permiso.
Hoy nadie pide permiso a los vecinos de un lugar para alterar sus vidas.
Cambios de densidades. Suelo fértil robado a la agricultura en el interior. Olvidado el cinturón verde de Santo Domingo que una vez se propuso hacer más ecológica la ciudad (antes de que esto fuera una religión). Murales de dudoso efecto por millares en pueblos y ciudades, como sucedáneo de cultura. Centros y pueblos costeros entendidos como parque temático para turistas.
Nuevas construcciones donde ya no hay agua, alcantarillas o vías por las que circular. Bocinas estruendosas en los parques de los pueblos, en los que ya no se puede conversar o jugar.
El país crece, buenísima noticia. Las ciudades evolucionan y se repiensan. En algunas, el centro que una vez fue habitacional pasó a ser comercial para volver a ser objeto de deseo para vivir. Cada ciudad evoluciona de una manera particular, aunque hay tendencias comunes reconocibles.
(En la evolución del Distrito hay mucho sobre lo que pensar. ¿Queremos lo que parece que vamos a ser?)