De un lado para otro
El teleférico se ha mostrado útil, confiable y eficiente donde ya funciona
El transporte colectivo habla de la calidad de vida y de desarrollo de las ciudades como pocos otros parámetros. La movilidad define una ciudad, sus posibilidades de crecimiento, de desarrollo igualitario, de democracia llevada a la vida diaria...
El teléferico que hoy se inaugura es una prueba de ello: que el precio de las viviendas en Los Alcarrizos haya subido (se habla de más de un 40%) es una consecuencia directa de la mejora de su transporte interurbano.
Vivimos atrapados en un atasco por la indefendible, injusta y descabellada política de transporte de las últimas décadas. Empresas que bajo el democrático nombre de sindicatos se hicieron dueñas de un servicio horriblemente servido, peligroso y caro y no hubo partido político que se atreviera, una vez en el poder, a ponerles en su sitio.
Así, el transporte colectivo (no es verdad que es “público”) ha obligado a las familias a endeudarse para comprarse más carros por familia que cualquier país desarrollado y poder cubrir sus necesidades de transporte para la educación y el trabajo. (En lenguaje llano: ha sido un abuso, un monopolio de cuatro listos amparados por los políticos de turno con los que han hecho negocios a costillas del bolsillo del contribuyente).
Mientras, obligaban a la población que no podía comprar un carro privado a moverse en destartalados y peligrosos carros... por los que hay que pagar una parte considerable de su sueldo. El siguiente paso era inevitable: para evitar los atascos, el motoconcho es ahora el rey. Un despropósito para cubrir otro.
El teleférico se ha mostrado útil, confiable y eficiente donde ya funciona. La línea que hoy se inaugura es un paso más en el transporte colectivo que necesitamos, todos, para hacer la vida en común un poco más sensata.