A nadie le duele Haití
La comunidad internacional sigue sin hacer caso a la crisis
Vuelve Haití a las mesas del escenario internacional y República Dominicana aspira a que de una vez por todas se escuchen las voces de los dos países que comparten la isla.
Se necesita una fuerza internacional, piden lo mandatarios haitianos y dominicanos, para combatir a las bandas, detener la violencia, abrir una puerta a la posibilidad de una relativa normalidad.
Canadá ha encontrado una fantástica manera de hacer sin hacer realmente gran cosa: insiste en denunciar a ex mandatarios haitianos, poner sanciones, lanzar comunicados severos. Francia no mira mucho y no habla casi nada, tendría mucho que responder. Estados Unidos no parece dispuesto en ningún escenario, a intervenir en suelo haitiano. (De todas formas, si lo hiciera, le caerían encima las voces “contra el imperialismo”...) Prefiere denunciar las repatriaciones de República Dominicana sin detener las suyas.
¿Y las Naciones Unidas? Hay pereza en el ambiente... nadie se anima a encabezar un operativo militar o policial. No hay nada que ganar y sí mucho que perder. Las bandas haitianas son feroces y están my bien armadas. Las oenegés que por décadas han trabajado en el país no han logrado apenas nada, el tejido social está destruido, las élites económicas son... ni se sabe bien quién o qué son.
La tragedia haitiana no tiene dolientes. Los que huyen de la guerra, de las enfermedades, de la violencia (terrible contra las mujeres y las niñas) no encuentran apoyo ni en Cuba ni en Estados Unidos, fronteras cercanas, ni en lejano Chile o México.
Mal que bien, aquí encuentran trabajo, comunidad, alojamiento. Conseguir acabar con las mafias en la frontera es el inicio de una migración ordenada. Ganaríamos todos.