El inicio
Ya hay abogados que apuestan a que el proceso dure años y el tiempo siempre juega a favor del olvido
El caso Medusa no sale de las conversaciones. Y las interrogantes que despierta no se circunscriben al tema judicial. Pasado el primer asombro, surgen interrogantes que van desde qué debe hacerse después hasta cómo repercute este proceso en la sociedad.
¿Eliminar a las empresas que han reconocido haber pagado “peaje” para ganar las licitaciones de la lista de proveedores del Estado? ¿Multar, como se multó a Odebrecht? ¿Basta constituirse en testigo para librarse de cualquier consecuencia judicial? ¿Cómo se sanan las heridas de los que sean declarados inocentes?
¿Qué pasa con la lucha contra la corrupción si no se demuestran los cargos que recoge el expediente? ¿Qué se hace con los casos de gobiernos anteriores que ni siquiera se mencionan?
El caso Medusa no solo ha tenido tanta repercusión por las 12,000 páginas. Va más allá: el principal persecutor de la corrupción es el acusado de dirigir, como si fuera un capítulo de los Soprano, una banda (sí, banda) especializada en robar fondos públicos mediante una compleja estructura de extorsión. Es llevar la corrupción público-privada a un nivel extraordinario. Todo, por supuesto... si se demuestra.
¿Cómo se les ocurrió meterse en eso?, pregunta alguien pensando en las empresa citadas por la Pepca. ¿Alguien rechazó “la oferta”? Los que aceptaron y se involucraron en el esquema guardaron, lógicamente, silencio. Los que se negaron a participar en este escandaloso negocio... ¿hablarán de lo que pasó?
Ya hay abogados que apuestan a que el proceso dure años y el tiempo siempre juega a favor del olvido. También, los asesores de imagen, de comunicación y crisis se preparan para unos cuantos meses de actividad.