Algo bueno que aplaudir
Criticamos con frecuencia las malas prácticas en el sector público y nos sobra razón
Criticamos con frecuencia las malas prácticas en el sector público y nos sobra razón. La burocracia excesiva, la renuencia a informar con presteza y propiedad atropellan la necesaria transparencia y eficiencia afín a la democracia y la fortaleza institucional.
El clientelismo se antepone a la modernidad y, Bolívar dixit, se termina arando en el mar. Excepciones las hay, afortunadamente. El Banco Central de la República Dominicana (BCRD) se ha consolidado como pieza clave en el desarrollo económico y social del país.
Su desempeño trasciende el ámbito de la política monetaria y financiera: es un referente de buenas prácticas en la administración pública.
Mediante concursos de ensayo y un exitoso programa editorial, incentiva la creatividad literaria y el desarrollo intelectual, al tiempo que refuerza el pensamiento crítico y el análisis reflexivo en torno a la economía nacional e internacional.
En estos tiempos de sequía cerebral y de culto a la banalidad, esta faceta cultural del BCRD surte un efecto saludable en la sociedad y despierta fuerzas dormidas.
Periódicamente, informa con precisión sobre los principales índices de nuestra economía. Lo hace en informes elaborados con rigurosidad técnica, pero con lenguaje sencillo.
Hasta los profanos podemos entender las complejidades de las cuentas nacionales, los flujos monetarios, el nivel de los precios y el comportamiento de las remesas y la balanza comercial, por ejemplo.
Es la institución pública que con mayor prontitud responde las preguntas e inquietudes de este medio. Con buen ánimo y apertura, sus autoridades disipan cualquier duda que se les plantee.
Reconocer la eficiencia del Banco Central implica valorar su gestión técnica, pero también su contribución a la construcción de un Estado moderno, eficiente y al servicio del interés público.