Más que un decreto

El reciente decreto presidencial, orientado a la austeridad y reducción del gasto público, no pasa de intento de mejorar la administración de los recursos del Estado. Más que estructurales, las medidas dispuestas son cosméticas. Distan años luz de abordar los problemas fundamentales que generan el gran dispendio público.

El control del número de agentes de seguridad para funcionarios, junto con otras acciones de reducción de gastos operativos, puede generar ahorros marginales, pero no resuelve el verdadero problema del gasto estatal ineficiente. La mayor carga para el erario sigue siendo las pérdidas en el sector eléctrico, el subsidio a los combustibles y un sistema de ayudas públicas que, de una manera u otra junto a los empleos, toca a más del 50% de la población con fondos del Estado. Mientras estas partidas no sean revisadas con profundidad, cualquier otro ajuste se quedará en la superficie del problema.

Administrar el gasto público con eficiencia requiere mucho más. Demanda una reestructuración del aparato estatal y una revisión detallada de las operaciones gubernamentales. Implica eliminar la grasa impuesta por el clientelismo político, que ha convertido a muchas instituciones en refugios de empleos innecesarios, duplicidad de funciones y falta de productividad. Hasta ahora, ningún gobierno ha asumido este desafío con seriedad, pues hacerlo conllevaría un costo político alto en un país donde el empleo público alimenta un sistema de partidos y de vicios que enflaquecen al Estado.

Las medidas anunciadas generan titulares y proyectan la imagen de un gobierno comprometido con la austeridad. Pero sin atacar las raíces del problema, el verdadero dispendio continuaran como pesada losa sobre la economía dominicana. Se necesita una reforma real y estructural, no ajustes simbólicos y buenas intenciones.

Aníbal de Castro

Aníbal de Castro carga con décadas de periodismo en la radio, televisión y prensa escrita. Toma una pausa en la diplomacia y vuelve a su profesión original en DL.