Hablar por hablar
La ambigua postura de la embajadora Sonia Guzmán sobre las deportaciones
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Para algunos, hablar por hablar es una pulsión. Pontificar y opinar sobre cuestiones banales puede no tener mayores repercusiones, no así cuando se trata de acontecimientos de hondura social que afectan la sensibilidad ciudadana.
En este contexto, resultan desafortunadas las declaraciones de nuestra embajadora en Washington, Sonia Guzmán, al calificar de "normales" las deportaciones de dominicanos indocumentados. En su modalidad actual, estas deportaciones distan de ser normales. Las preceden redadas en lugares de trabajo y median instrucciones para que la persecución de los extranjeros sin estatus migratorio abarque iglesias, escuelas y espacios antes respetados.
La embajadora Guzmán parece ignorar que estas acciones, que incluyen la calificación de "criminales" a simples inmigrantes han escalado en intensidad y crueldad, afectando incluso a residentes legales. ¡Vaya normalidad!
Nada de normal tiene que agentes del Servicio de Migración y Aduanas detengan a ciudadanos dominicanos con residencia permanente, como son los casos registrados recientemente en Puerto Rico y ampliamente documentados por los medios de comunicación. Sería una insensatez encasillar en la rutina el estado angustioso de nuestros nacionales, legales o no, por el acoso en los lugares y áreas laborales que frecuentan.
Nadie discute el derecho de cada país a deportar a los indocumentados, siempre y cuando se les respeten sus derechos y se les trate con respeto. La falta de empatía y comprensión hacia la difícil situación de nuestros migrantes contradice los principios fundamentales de la diplomacia, que exigen la defensa y protección de los derechos de los conciudadanos en el extranjero. Al normalizar estas prácticas, la embajadora envía un mensaje de desamparo a aquellos que más necesitan el respaldo de nuestros diplomáticos. Menos mal que se va pronto.