En tono muy personal
Amor y justicia, principios humanos, no divinos
La práctica de valores como el amor, la compasión, la justicia y el perdón no dependen de una etiqueta religiosa. Son valores profundamente humanos, nacidos de nuestra capacidad de reflexionar sobre lo que nos une y nos hace crecer como individuos y sociedad. No creo haya que pertenecer a religión específica alguna para vivir según estos principios. Basta con detenerse un momento, mirar a los demás, sentir su humanidad y reconocerse en ellos.
Aceptado, las religiones han elevado muchos de estos valores a ideales universales, enseñándolos como un camino hacia lo trascendente. Pero incluso si no se tiene fe, esos principios siguen siendo válidos. ¿Acaso no basta la simple convicción de que hacer el bien mejora no solo al otro sino también a uno mismo?
Innecesario mirar al cielo para saber que tender la mano a quien lo necesita, llena el alma. Suficientes a veces una conversación, una sonrisa sincera o el deseo honesto de justicia, para saber que estamos caminando en la dirección correcta.
La vida misma es el mayor maestro. Nos empuja a entender que el amor al prójimo no es un mandato religioso, sino una necesidad vital. Sin él, el mundo se desmorona. Y si la religión puede inspirar a muchos a vivir así, lo aplaudo. Empero, imposible olvidar que, al final, somos nosotros, con nuestras acciones, quienes construimos ese amor en el día a día.
La reflexión, el entorno, la experiencia... todo moldea nuestras convicciones. Tal vez no necesitemos llamarlos "valores religiosos" porque son, en esencia, valores humanos. Lo importante no es de dónde vienen, sino que los vivamos plenamente. Ahí, en esa vivencia, es donde encontramos lo trascendental. Sin esperar recompensa. Sin temor a castigo eterno.