La caída de Dominique
Lecciones de Dominique Dupuy en su fracaso
Lejos de RD. Acongoja cuando fracasa alguien joven, prometedor y con buenas credenciales profesionales. Tal el caso de Dominique Dupuy, exministra de Relaciones Exteriores de Haití. Se quemó en la hoguera de las inquinas y triquiñuelas de la política vernácula, errores propios incluidos.
Antes de asentar su gestión en catilinarias contra la RD, debió repensar su nacionalismo. Con mirar más detalladamente hacia este lado, habría advertido que la estridencia ultranacionalista se queda en ruido.
Pudo reparar en una situación que conoce porque estudió en Montreal: la deriva del nacionalismo québécois, tan lejos ya del "Vive le Québec libre" de un eufórico Charles de Gaulle.
Los males de Haití no tienen raíces dominicanas. Las deportaciones no llegan a petit problème. Un total de 1223 muertos y 522 heridos en septiembre y octubre dicen mucho. A ese saldo trágico súmese las 3900 víctimas, entre muertos y heridos en el primer semestre del año. El 2023 cerró con unas 8000 víctimas.
Cinco millones pasan hambre en la patria de L'Ouverture y las violaciones espantan en número y crueldad. Estados Unidos y los socios de Haití en Caricom deportan con más rapidez que nosotros.
En un Estado fallido, colapsado por la violencia, no deja dividendos politiquear con reclamos de derechos en el exterior que a diario son violados con mayor amplitud, frecuencia y desparpajo en el territorio.
Viniendo de Francia —embajadora en la UNESCO— es dable asumir que algo aprendió de uno de los más grandes diplomáticos de la historia. Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord, pragmático, estratégico y profundamente consciente de la naturaleza humana y las dinámicas del poder, nos dejó esta joya que debió brillar en el cerebro de Dominique: "El lenguaje fue dado al hombre para disfrazar su pensamiento."