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IVA/iba al estómago

Cómo el IVA amenaza la satisfacción del consumidor en República Dominicana

Con la reforma fiscal como espada de Damocles, he vuelto a mis clases de economía y reparado en la valiosa teoría del consumidor: la que analiza cómo los individuos o consumidores toman decisiones sobre el consumo de bienes y servicios, dado su ingreso limitado y sus preferencias

El potencial impuesto al valor agregado, IVA, encarecerá los alimentos y habrá que calcular bien para maximizar el bienestar en esas combinaciones que caracterizan la cocina dominicana y eludir ese otro apetito, el fiscal.

Saborear la bandera tropieza con el gravamen a las habichuelas, que no al arroz y al pollo. Cansado de la ingesta avícola, un chivo guisado con unos guineítos verdes tiernos me hacen la boca agua. ¡A los dos los calcinará el fatídico IVA

Los consumidores, aprendí, tienen preferencias que les permiten ordenar diferentes combinaciones de bienes según el nivel de satisfacción o utilidad que les proporcionan. Manejo mis gustos, pero me estrello en la recta presupuestaria. Se me antoja que mi nivel más alto de satisfacción sería un suculento pescado con coco. ¡Qué va! Ambos están en la receta del Master Chef recaudador.

Apelaré a las curvas de indiferencia, mezcla de dos bienes que proporcionan el mismo nivel de satisfacción, vista la restricción que impone el IVA amenazante: un mangú con huevos sancochados, facilitada la deglución con el agua de los víveres porque el aceite está gravado. Sin el salami, aplico la tasa marginal de sustitución, que es la renuncia de un bien por otro a cambio de mantener el mismo nivel de utilidad.

Perdí el apetito al recordar que el imprescindible café cayó tiempo ha en la red recaudadora. El chicharrón me cae tan mal como el IVA, pero el Imodium está exento.

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Aníbal de Castro carga con décadas de periodismo en la radio, televisión y prensa escrita. Toma una pausa en la diplomacia y vuelve a su profesión original en DL.