Inadmisible
Un cuerpo abandonado en una alcantarilla, con evidentes signos de tortura y violencia sexual, es un hecho sin muchos precedentes en las crónicas policiales del país
Un cuerpo abandonado en una alcantarilla, con evidentes signos de tortura y violencia sexual, es un hecho sin muchos precedentes en las crónicas policiales del país. Por las circunstancias y al tratarse de una persona joven, conocida en su entorno por su afán de superación, este crimen abominable conmocionó a la sociedad.
Se esperaba una investigación exhaustiva, rigurosa, con el uso de las técnicas científicas que se supone ha adoptado la Policía. El resultado no puede ser más frustrante: el Ministerio Público ha archivado el expediente y dejado en libertad a los dos acusados.
Las cámaras de seguridad en la industria de zona franca mostraron a dos personas arrastrando el cadáver. Se ha argumentado que la calidad de la grabación ha impedido la identificación de los implicados, una explicación extraña, considerando el avance tecnológico en la recuperación de imágenes y datos digitales.
Un asesinato en un entorno controlado como el de una empresa, y en horas de la madrugada, sugiere una solución relativamente sencilla. La población sospechosa es reducida, lo que debería facilitar las investigaciones.
La impresión que nos queda es de ineficacia del Ministerio Público, de abdicación de las responsabilidades correspondientes al portavoz y protagonista de las acusaciones en nombre de la sociedad. Cabe también culpar a la policía científica por su incapacidad para auxiliarse de los recursos y técnicas modernas para encontrar indicios.
Paula Santana era una dominicana pobre, necesitada de trabajar en horario nocturno para sobrevivir. En su caso, la indolencia de la autoridad abona conjeturas encaminadas a convertirse en certeza: estamos frente a dos tipos de justicia, una para pudientes y otra para pobres, para aquellos tan escasos de recursos como de dolientes y prestancia social.