Optimismo, pese a todo
El reflejo preocupante de la democracia dominicana en cifras
La Encuesta de Cultura Democrática 2022-2023 ha sembrado desesperanza en muchos sectores, especialmente en aquellos aferrados a la idea de que el país había avanzado significativamente en los últimos años. Y lo ha hecho en términos económicos, pero no en la creación de una democracia real. Hemos seguido con escrupulosidad una suerte de liturgia democrática, con elecciones cada cuatro años y la simulación de independencia de poderes.
Para echarse a llorar: los dominicanos desconfían cada vez más del sistema democrático, apañan la corrupción con simples subterfugios, incuban antivalores como la discriminación en razón del género y preferencia sexual y se inclinan hacia el patrimonialismo estatal. A esto se suma la desconfianza interpersonal que alimenta una conducta individualista y el "sálvese quien pueda".
Cuesta ser optimista ante la insolidaridad y la creciente desconfianza hacia las instituciones públicas, aunque, afortunadamente, en menor medida hacia la presidencia. Sin embargo, la encuesta fue patrocinada y presentada con solemnidad por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), dirigido por Pável Isa Contreras. El Estado se ha puesto frente a su propio espejo y ha decidido mostrar el reflejo preocupante.
Frente al pesimismo que suscita esta radiografía de horrores, es necesario oponer el optimismo que despierta la valentía de esta administración al realizar un acto de transparencia. Ciertamente, estos males vienen de viejo y se pierden en el tiempo. Si ahora se revelan con la contundencia de un estudio bien concebido y ejecutado, cabe pensar que prima la firme convicción de enfrentarlos.
Es una tarea a largo plazo que, justo es señalarlo, involucra a toda la sociedad, mayormente a las élites, a las que se percibe como las principales beneficiarias y causantes del déficit democrático.