Expectativas
El impacto de la reforma fiscal en República Dominicana
La anunciada reforma fiscal unida al compromiso del presidente con el futuro ha desatado una avenida de expectativas. Para que califique como tal, el legado de un mandatario debe ser trascendente y sus beneficios sociales extenderse en el tiempo, marcar un antes y un después en la historia de un país. Pocos albergan dudas de que las reformas moldearán el próximo cuatrienio y gravitarán sobre la herencia de Luis Abinader.
Los sectores más representativos han participado con asiduidad en la conversación pública; el resultado ha sido un abanico amplio de propuestas. Por su profundidad y amplitud de miras, algunas merecen la atención especial de las autoridades. La calidad de las sugerencias provenientes de la academia y grupos de estudiosos revela la madurez de la sociedad dominicana.
A falta de mayor claridad sobre las reales intenciones oficiales, la incertidumbre está a la orden del día. Prolongar esas expectativas podría conspirar contra inversiones y decisiones importantes del sector privado. Se ignora a ciencia cierta cómo los cambios potenciales afectarán el clima de negocios y el impacto sobre el colectivo y los mercados.
Este gobierno ha adoptado una actitud diferente y evitado recurrir a los globos de ensayo que interesadamente se lanzaban desde el litoral público en otras oportunidades. Mejor medir el pulso de los agentes económicos a partir de las opiniones y planteamientos aportados al debate que con engaños y bulos.
Prolongar, empero, la vigencia de las expectativas conlleva riesgos y podría dar pábulo a una imagen de gobierno vacilante e inseguro sobre el rumbo a tomar. Mejor hablar claro cuanto antes y, aparcados los temores al costo político, echar a rodar el vehículo de los cambios.