Los israelíes desplazados se reencuentran con sabores que les recuerdan a su hogar en cocinas prestadas
Refugio en la cocina para familias desplazadas
Sigal Chayak fue evacuada del norte de Israel en octubre por las tensiones con el movimiento libanés Hezbolá. La mujer rompió en llanto cuando le prestaron una cocina y pudo preparar una comida para su familia tras meses viviendo en hoteles.
"La cocina es mi vida", afirma Chayak, una mujer de 55 años que junto a su familia forma parte de los miles de evacuados que vivían cerca de la frontera con Líbano, donde desde el estallido de la guerra con el movimiento palestino Hamás en Gaza hay escaramuzas diarias entre las tropas israelíes y Hezbolá.
Para ella, la falta de un lugar para preparar sus platos preferidos ha hecho aún más duro el calvario que significó dejar su hogar en la localidad de Hosen, cerca de la frontera con Líbano.
Después de ser alojada en un principio en un complejo turístico en Tiberíades, en la costa del mar de Galilea, Chayak, madre de seis hijos, lleva más de dos meses viviendo en una habitación en Tel Aviv.
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Gracias a un proyecto del Instituto Culinario Asif de Israel, una oenegé con sede en Tel Aviv, Chayak pudo acceder a una cocina que le permite tener un atisbo de normalidad.
Lo primero que hizo cuando estuvo detrás de los fogones fue cocinar la receta de una sopa que aprendió de su madre, fallecida hace poco.
Chayak opina que la comida "reconforta". "Ver a mis hijos y a mi esposo comiendo (lo que preparó) fue una satisfacción inmensa", relata.
Para permitir a los desplazados acceder a una cocina el instituto culinario conectó a unas 40 personas evacuadas con voluntarios para acogerlos en sus casas y prestarles un lugar, explica la directora de operaciones de la ong., Shay Li Hearsch.
"Una conexión a través de la comida"
Este es uno de los variados proyectos que este instituto emprendió desde que estalló el conflicto, desde dar comida a los reservistas hasta ofrecer talleres de cocina.
Hearsch señala que estos encuentros dan a las personas "que están en una pieza de hotel sin cocina y cuyas manos ansían tocar la comida" la oportunidad de "sentir que están en un hogar lejos de su casa".
Este proyecto permite además el encuentro de israelíes con ideas políticas muy distintas, en un país muy polarizado y que antes de que estallara la guerra fue sacudido por meses de masivas manifestaciones contra el gobierno del primer ministro, Benjamin Netanyahu por su polémico proyecto de reforma judicial.
Chayak proviene de una localidad que votó abrumadoramente en 2022 a favor de la coalición que llevó al poder a Netanyahu -- que agrupa a partidos de extrema derecha, a ultranacionalistas y formaciones ultraortodoxas -- en contraste con Tel Aviv, una ciudad muy liberal donde se concentraron las protestas.
"Lo más reconfortante es que en este momento podamos crear conexiones a través de la comida", señala Hearsch. "Esta es nuestra misión".
Chayak y su hija Shani, de 15 años, fueron enviados por la oenegé a la casa de Yoav Rish, un diseñador de vestidos de novia que vive con su marido y sus dos hijas en el centro de Tel Aviv.
Rish relata que se enteró del proyecto por Facebook y que le entusiasmó la idea de abrir su cocina a una familia de desplazados y ofrecerles "el auténtico sabor de Tel Aviv".
"Esto me conmovió", cuenta Rish que tiene el hábito de cocinar casi a diario para su familia y que se preguntó cómo se sentiría en esta situación.
En su segunda visita a la cocina de Rish, Chayak y su hija asaron un salmón y hornearon un pastel de chocolate. Además tuvieron tiempo de practicar la receta kurda de albóndigas con arvejas que les dejó su madre.
Shani afirma que lo primero que hará cuando vuelva a su casa será ducharse, dormir en su cama y después, por la noche "cocinar cuando todo esté en silencio y todos duerman".