El laboratorio chino Sinovac suspende producción de vacunas contra COVID-19, según medio
Esta decisión responde a la disminución de la demanda en el mercado de vacunas contra el coronavirus.
La empresa china Sinovac Biotech, fabricante de vacunas inactivadas, ha suspendido la producción de vacunas contra la COVID-19, según un documento interno citado por varios medios locales.
Este documento menciona la interrupción total de la producción y que los productos ya no estarían disponibles para la venta, informó el diario oficialista Global Times.
Desde enero de 2024, Sinovac Life Sciences, subsidiaria de Sinovac Biotech, cesó la emisión de bonificaciones de rendimiento a empleados involucrados en proyectos relacionados con la COVID-19.
Observadores citados por el rotativo sugieren que esta decisión responde a la disminución de la demanda en el mercado de vacunas contra el coronavirus.
Aunque la decisión no ha sido confirmada oficialmente por Sinovac Biotech, la noticia generó intensas discusiones en línea, algunas centradas en la seguridad y eficacia de la vacuna.
Shao Yiming, inmunólogo del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de China, sugirió que la suspensión se debe a la amplia disponibilidad de opciones de vacunas y a la disminución de la demanda, dado el establecimiento de inmunidad contra el virus en China.
Además, destacó la presión sobre los fabricantes para abordar mutaciones del virus, con varias vacunas aprobadas para uso de emergencia en diciembre de 2023.
Aún así, los expertos resaltan que el propósito principal de las vacunas contra la Covid es proteger contra la muerte y enfermedad grave, no necesariamente la infección.
El pasado mes de mayo la primera vacuna desarrollada por China contra la COVID-19 basada en ARN mensajero, creada por el grupo CSPC Pharmaceutical, comenzó a emplearse en la provincia norteña de Hebei, abriendo un nuevo mercado en el gigante asiático.
Las autoridades sanitarias chinas aprobaron el uso de emergencia de este fármaco a finales de marzo y recomendaron su uso como refuerzo de inmunizaciones previas, en especial frente a las variantes ómicron del virus.
Pekín impuso durante casi tres años una estricta política de "cero covid" que implicaba un cierre casi total de fronteras: se dejaron de expedir varios tipos de visados y solo los ciudadanos chinos y un número reducido de extranjeros podían entrar al país, tras lo cual les esperaba un mínimo de 14 días de cuarentena en un hotel asignado por las autoridades y costeado por el viajero.
Dentro del territorio, la estrategia estuvo caracterizada por el confinamiento de ciudades enteras y cierres de negocios en algunos casos durante varios meses, el aislamiento en hospitales y centros estatales de los enfermos y sus contactos, y la obligatoriedad de presentar pruebas PCR negativas para acceder a la mayoría de los lugares.
A finales de 2022, cuando quedó patente la imposibilidad de controlar la expansión de la contagiosa variante ómicron, comenzó el desmantelamiento de la estrategia, y el 8 de enero llegó la reducción de la categoría A -nivel de máximo peligro- a la B de la gestión de la enfermedad, lo que puso fin a las cuarentenas y a la mayor parte de las medidas internas.