Libia: la división dificulta la coordinación de la ayuda para los damnificados
Una empresa turca comenzó trabajos para reforzar las presas, pero fueron interrumpidos debido a la Primavera Árabe Libia
RFI entrevistó a Ana Belén Soage, especialista en Medio Oriente y profesora en la Universidad Internacional de La Rioja, sobre las inundaciones históricas que han provocado al menos 3,000 muertos y la evacuación de más de 43,000 personas en el este de Libia, sobre todo en la ciudad de Derna.
RFI: El balance de las inundaciones en el este de Libia es de más de 40,000 evacuados y un balance oficial provisional de por lo menos 3,351 muertos, si bien las organizaciones humanitarias estiman que el número podría ser mucho mayor. Esta catástrofe ha dado pie a numerosas manifestaciones. ¿Qué reprochan concretamente los ciudadanos libios a las autoridades que gobiernan el este del país?
Los acusan de no haberles avisado de que habría inundaciones. De hecho, les dijeron que se quedasen en casa en lugar de evacuar. También exigen más ayuda de la que está llegando y una mejor coordinación. La ayuda llega a la ciudad costera de Bengasi, que está a seis horas de distancia en una carretera de un solo carril, pero que está bloqueada con tanto tráfico. Las imágenes que vemos en las redes sociales muestran una situación caótica.
RFI: Destrozado por las divisiones internas desde la caída de Muamar el Gadafi en 2011, Libia relegó a un segundo plano el mantenimiento de infraestructuras vitales como las presas de Derna, que presentaban desde 1998 grietas nunca reparadas. ¿Esto también explica las manifestaciones?
Sí, muchos culpan a las autoridades de no hacer nada para el mantenimiento de las presas, a pesar de que se sabía que estaban en mal estado. Muchos damnificados que lo han perdido todo se enfrentan al dilema de quedarse donde están, a riesgo de que no lleguen suficientes provisiones y de que se produzcan brotes de enfermedades o desplazarse a otras ciudades a través de zonas donde podría haber minas desplazadas por las inundaciones.
RFI: ¿Qué otra consecuencia tiene el impacto del caos político que reina hoy en Libia?
Desde el derrocamiento de Muammar Gadafi, Libia ha sido objeto de luchas de poder. Actualmente tiene dos gobiernos: uno en Trípoli, reconocido por la ONU, y el otro en Tobruk, al este del país. Aquí quien realmente gobierna es el "señor de la guerra" Jalifa Hafter, respaldado por Rusia, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos. Sin duda, la situación política ha contribuido a la falta de atención en las presas. En el año 2010, una empresa turca comenzó trabajos para reforzar las presas, pero fueron interrumpidos debido a la Primavera Árabe Libia.
En el año 2020, la misma empresa regresó con un nuevo contrato, pero no realizó el trabajo, probablemente debido a la situación política. Como mencioné, esta empresa es turca. Recordemos que Turquía reconoce al gobierno de Trípoli, no al de Tobruk, que controla la zona donde se encuentra Derna. Esto pudo haber complicado el trabajo.
También debemos tener en cuenta factores a más largo plazo. La mala gestión, la corrupción y el nepotismo caracterizan al sistema desde la época de Gadafi. Lo importante para obtener un nombramiento público es tener conexiones. No importan los conocimientos o la experiencia. Un hidrólogo libio entrevistado por la BBC hace unos días dijo que los arquitectos que construyeron las presas en 1970 recomendaron la construcción de tres en lugar de dos. Esto significa que esas dos presas soportaban demasiada carga.
RFI: ¿Puede permitir esta catástrofe algún tipo de acercamiento entre el gobierno de Trípoli y el del Este, la zona siniestrada?
De momento, la división está dificultando la coordinación de la ayuda. A nivel popular, ha habido una gran movilización. Muchos voluntarios se han desplazado desde otras zonas del país, incluido el oeste, para intentar ayudar. Cabría pensar que esta tragedia impulsaría los esfuerzos hacia algún tipo de acuerdo político. Sin embargo, las protestas muestran que muchos libios están muy descontentos con su liderazgo político, al que no han elegido. Hafter y su círculo están intentando sacar provecho político de la situación tratando de mostrarse como gestores eficientes, aunque en realidad parece que su principal preocupación es mantener a la población controlada. Saddam Hafter, el hijo menor y presunto sucesor de Jalifa Hafter, se ha proclamado jefe del Comité de Respuesta al Desastre. Por otra parte, es muy posible que el gobierno de Trípoli intente a su vez sacar provecho político denunciando la mala gestión de las autoridades de Tobruk, como si ellos fueran un ejemplo a seguir en ese sentido. Lo que Libia necesita realmente es un proceso político que permita la elección de un gobierno representativo. Pero es difícil ver cómo podría suceder eso, lamentablemente.